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UNA IDEA A TIEMPO: Los 4 pilares del Carnaval de Cabral.

Ademas de lo expresado en el siguiente artìculo, resulta inconcebible que el municipio de Cabral no cuente con una casa-museo en honor a su máxima expresión cultural: Las Cachúas de Cabral.

Por Yassír Féliz

Ya casi finaliza el mes de enero y muchas localidades del país tienen casi en fase final la etapa de consumación todo lo relacionado con la celebración de los desfiles de carnaval.

Nuestro municipio de Cabral y sus autoridades, como siempre, lucen rezagadas en cuanto a lo mismo. Pese a tener el carnaval más original del país, con más de 100 años de tradición ininterrumpida, y con elementos únicos en el mundo, no hemos sido capaces de orquestar de manera eficiente un plan estratégico para elevar la calidad del mismo a los niveles merecidos.

Mucho es lo que se ha hablado sobre la temática. Mucho se ha criticado, y al parecer, estas críticas en pro de un mejor Carnabral hacen un ineficaz ruido en los sordos oídos de quienes tienen las herramientas necesarias para hacer las trasformaciones para nuestra más importante y colorida fiesta cultural: el Carnaval de Cabral.

Sostengo una tesis, la cual he recopilado en innumerables debates sobre el mismo, que indica los 4 pilares fundamentales en los cuales debe sustentarse nuestro Carnabral para que, por fin, deje se ser más de lo mismo. Esos cuatro pilares son: Educación, fomento, promoción y organización.

EDUCACION: Llevar a las escuelas, juntas de vecinos y barrios la importancia de las cachúas como elemento de tradición, cultura y turismo.

FOMENTO: Un fondo económico permanente para que se den talleres de caretas, fuetes y disfraces, buscando con ello la diversificación, creatividad y calidad en cada uno de los elementos que componen nuestras cachúas.

PROMOCION: Un buen esquema promocional trabajado por verdaderos profesionales del Marketing y Publicidad, con el objetivo fundamental de dimensionar nuestro Carnabral a los niveles que realmente se merece.

ORGANIZACIÒN: Es menester dar un giro de 360 grados al prehistórico y trucutezco Comité Organizador de Carnabral que tenemos, haciendo un “merge” entro lo actual y lo novedoso que permita integrar personas con ideas renovadoras, y que junto a la experiencia de los actuales, impacten de manera eficiente en los 3 pilares anteriormente expuestos.

Esos elementos expuestos, son a mi juicio, las bases fundamentales del despegue de nuestra más bella y arraigada tradición carnavalesca.

Finalmente quiero expresar que no espero que estas simples, pero profundas ideas, hagan el eco que quisiera, pero al menos las exteriorizo para que algún día alguien tome lo mejor de ellas con el objetivo de aportar en favor de nuestro Carnabral. Con sólo eso último, este escrito recopilatorio de ideas habrá valido la pena.
La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch

Cámara de Diputados declara Patrimonio Cultural a "Las Cachúas de Cabral".

Las Cachúas de Cabral son una expresión carnavalezca que tiene más de 100 años de tradición."
Foto. Carmen Suarez Pérez

Por Yassir Féliz


Santo Domingo.- La Cámara de Diputados declaró este martes a Las Cachúas de Cabral como "Patrimonio Cultural de la Nación Dominicana".

Este el antreproyecto es de la autoría del senador de la provincia Barahona, Eddy Mateo Vásquez, y aprobado por el Senado de la República en mayo de este año.

A continuación presentamos el texto completo de la ley que declara Patrimonio Cultural de la Nación a Las Cachúas de Cabral.


LEY MEDIANTE EL CUAL SE DECLARA A LAS CACHÚAS DE CABRAL COMO PATRIMONIO FOLKLÓRICO DE LA NACIÓN DOMINICANA

CONSIDERANDO PRIMERO: Que Las Cachúas de Cabral constituye el evento folklórico cultural más emblemático del pueblo de Cabral, provincia Barahona, que impacta en toda la región suroeste, actividad que se celebra durante la Semana Santa, caracterizada por la aparición de hombres mujeres y niños vestidos con trajes y caretas con características únicas en el territorio nacional, las que destacan por sobre las expresiones folklóricas del país;

CONSIDERANDO SEGUNDO: Que Las Cachúas de Cabral es una expresión que tiene más de cien años de celebración constante en el pueblo de Cabral y toda la región, lo que se ha convertido en el referente folklórico obligado regional, como expresión genuina que mantiene intacto sus orígenes y la razón fundamental de su celebración, impactando en cada habitante y la vida social, económica y cultural del pueblo de Cabral;

CONSIDERANDO TERCERO: Que los atractivos en términos folklóricos y artísticos de Las Cachúas de Cabral se concentran en su traje alado y las caretas forradas de papel multicolores y una melena del mismo papel que cuelgan de cachos, en una explosión de colorido, únicas del país con estas características y particularidades, que la hacen una de las máscaras más bellas y de mayor atractivo artesanal de todo el territorio nacional;

CONSIDERANDO CUARTO: Que el desarrollo de la actividad folklórica de Las Cachuas de Cabral incluye recorridos constantes por el pueblo de Cabral y sitios aledaños, quema de un¨ judas¨ simbólico y homenaje a las cachúas fallecidos en el cementerio, evento único en el país, que constituyen sellos característicos de la festividad;

CONSIDERANDO QUINTO: Que las Cachúas de Cabral se ha convertido con el paso de las décadas y los años, en un referente folklórico nacional e internacional del pueblo de Cabral y la región suroeste, invitada una representación a la mayoría de los carnavales del país, y algunos de los desfiles y festivales folklóricos del Caribe;

CONSIDERANDO SEXTO: Que a partir de que las Cachúas de Cabral constituye una expresión folklórica cultural de trascendencia nacional e internacional, es obligación del Estado dominicano promoverlo y protegerlo para la posteridad, y procurar su consideración como patrimonio folklórico de la nación.

VISTA: La Constitución de la República Dominicana

VISTA: La Ley No. 318, del 14 de junio de 1968, sobre Patrimonio Cultural de la Nación.

HA DADO LA SIGUIENTE LEY

Artículo 1. Objeto. Esta ley tiene por objeto declarar a Las Cachúas de Cabral como patrimonio folklórico de la nación y establecer las condiciones para su salvaguarda y promoción.


Artículo 2. Declaración. Se declara a Las Cachúas de Cabral como Patrimonio Folklórico de la nación dominicana.

Artículo 3. Obligación del Estado. Es obligación del Estado proteger, conservar, salvaguardar y promover a Las Cachúas de Cabral, como patrimonio folklórico de la nación.

Artículo 4. Obligación del Ministerio de Cultura. Es obligación del Ministerio de Cultura establecer programas generales de apoyo, protección y promoción a Las Cachúas de Cabral, con la obligación de crear condiciones e inversiones para su celebración, conservación y perpetuación, participando en la organización y desarrollo del evento junto a los artesanos, sectores y entes estatales que intervienen su celebración.

Artículo 5. Obligación del Ministerio de Educación. Es obligación del Ministerio de Educación establecer programas educativos de enseñanza de Las Cachúas de Cabral como patrimonio folklórico de la nación dominicana.

DISPOSICIÓN FINAL

Única. Entrada en vigencia. Esta ley entra en vigencia a partir de su promulgación y publicación, según lo establecido en la Constitución de la República y transcurridos los plazos fijados por el Código Civil de la República Dominicana.


Moción presentada por:
 Edis Fernando Mateo Vásquez
Senador de la República
Provincia Barahona
“La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch

CON TREMENDO ÉXITO, Los Cachúas de Cabral USA cierran presentaciones 2013.


En su primer año, los chicos tuvieron siete presentaciones y recibieron un reconocimiento especial en el desfile de Brooklyn. 

Por Yassir Féliz 

New Jersey, USA.- Con una espectacular presentación en la ciudad de Paterson el pasado domingo 8 de septiembre, el grupo Los Cachuas de Cabral USA cerró el ciclo de actividades culturales y carnavalescas correspondiente al año 2013 en los Estados Unidos de América. 

El grupo que nació en abril de este año, tuvo su primera prueba de fuego en el condado del Bronx. Realizando luego presentaciones similares en Jersey City, Bronx, Manhattan, Brooklyn y finalmente aquí en Paterson. Agregaron además participaciones especiales en la Gran Gala de Carnaval del desfile del Bronx y el Hispanic Heritage Festival of New York City Transit Authority. 

Los chicos cabraleños, unos 30 en total, lograron hacer estas presentaciones “a puro pulmón”, pues por ser la primera vez que participan en desfiles, y por la inexperiencia del mismo, no contaron con el patrocinio suficiente. Sin embargo, agradecen el apoyo logístico recibido por Briggs Pediatrics, Kids Pediatrics, Gravity Club y el político de origen cabraleño, Carlos Féliz. 

Mijail Alcántara, coordinador e ideólogo del grupo Los Cachúas de Cabral USA, expresó satisfacción y alegría por este proyecto cultural que busca unificar a los cabraleños y dar a conocer la máxima expresión cultural cabraleña en los Estados Unidos. 

Nos sentimos regocijados por la acogida que en este primer intento nos dieron los cabraleños, familiares y amigos residentes en la ciudad de Nueva York, así como los organizadores de los festivales en lo que hemos participado. Nuestro reto para el 2014 es superar en cantidad y calidad las presentaciones de este año, así como preparar la participación de nuestro grupo para el Carnabral Semana Santa 2014” expresó Alcántara. 

Finalmente agradeció el gesto que tuvieron algunos cabraleños residentes en República Dominicana en apoyar la iniciativa.
“La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch

¡No dejemos Las Cachúas al tiempo!

Las Cachúas, máxima expresión cultural del municipio Cabral.
Foto: Dr. Yotin Ramón Pérez.


Por. Wellington A Pérez

Pese a los grupos y personalidades que cada año les impregnan un toque de sangre nueva a la más alta expresión cultural de la tierra de Feliz De Luna y del general Valentín Alcántara, año tras año, está perdiendo su esencia, identidad y sus orígenes.

Hago referencia a Las Cachúas de Cabral, éstas que son el icono mayor de identidad rinconera, están carentes de una institucionalidad que la pueda hacer permanecer más allá del tiempo que imaginamos, pese a que el doctor Temistocles Feliz ha cargado con la responsabilidad de llevarlas a playas extranjeras y en toda la geografía nacional por más de dos décadas, esto no ha sido suficiente para que puedan perdurar en el tiempo.

 Las Cachúas no cuentan con un simple museo donde los turistas y visitantes puedan apreciar las riquezas culturales que éstas les aportan al mundo; no tiene que ser un gran edificio, solo un espacio donde podamos mostrar la creatividad de los careteros y costureras que cada año estampan su estilo en la más tradicional y original careta del país.

De no ser por las cámara de videos o fotográficas, perderíamos cada dato histórico de lo que sucede en plena Semana Santa en este trabajador municipio, ya que no contamos con ese lugar donde el traje o disfraz más original sea salvaguardo para que las futuras generaciones puedan valorar lo que sus ancestros hacían en materia cultural.

 No puedo hacer esta reflexiva opinión sin darle todos los créditos a una institución de carácter familiar y de negocios que por más de cinco años está realizando aportes significativos a nuestro patrimonio cultural, se trata de COOPFELAFEVI, quienes con la iniciativas como la galería de fotos, su concurso de fotografía para aficionados del carnaval y el novedoso taller de caretas que implemento este año, el cual estuvo dirigido especialmente a la población infantil a quienes tenemos que germinarle la semilla de Las Cachúas para que estas no mueran con el pasar del implacable tiempo.

Por eso quiero terminar en decima:
 
“Es la más alta tradición,
 de un pueblo inteligente,
 que con el cariño de su gente,
 y la mejor intención,
 puedes llevarte tú,
 la mejor impresión.
La laguna y sus manglares,
junto a la represa de La Peñuela, ¡caramba!
no permitas que tus cachuas se mueran." 
 
 “La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch


Reflexiones sobre Las Cachúas de Cabral.

Foto cortesía de http://www.pedrogenaro.com/.

Por Welnel Darío Féliz 

En los últimos años, grupos, personas y sectores han expresado preocupación por Las Cachúas. Dicha inquietud radica en la supuesta poca inclusión y participación de los habitantes del pueblo de Cabral a la actividad cultural más emblemática e importante del lugar. Se aduce con frecuencia, que ya los adultos no se visten y los jóvenes se han excluido, solo algunas personas suelen ser recurrentes en el evento y, en adición, muchos de los trajes utilizados no responden a la vieja tradición. 

Estas acciones, para muchos, paulatinamente provocarán una disminución drástica en el futuro cercano, que culminará en la desaparición de Las Cachúas; otros hablan de alguna transformación o el reciclaje en otra actividad; tal vez cambios en sus trajes, sus días de festividad, caretas y características. 

La situación que para muchos afecta a Las Cachúas y su posible solución, amerita de reflexiones que permitan comprender los posibles causales de las transformaciones, el alcance las mismas, sus soluciones y efectos. 

Una de las cuestiones que a veces perdemos de perspectiva es el alcance de la cultura. Ella, como expresión humana y social, es necesariamente cambiante. Tal como evoluciona el ser humano así cambia su actuar cultural, se transforma, se recicla, se readacta, incluso, al punto que lo hoy es, mañana puede ser un recuerdo nuboso. Esos cambios, en ocasiones, pueden ser lentos, al punto que pasan desapercibidos, en otros rápidos y notorios. Hace poco menos de veinte años la bachata era un ritmo de los grupos populares; asimismo, en el siglo XIX el Carabiné el ritmo de baile por excelencia, acaso no desapareció casi por completo. Es así que el pueblo mismo culturalmente no es el mismo de hace solo diez años. 

Las propias Cachúas han evolucionado sustancialmente en el decurso del siglo XX. Desde el uso de caretas, los disfraces, hasta los días en que ella se disfrazaba. Solo basta con saber que fue en 1952 cuando se incluyó la visita al cementerio y esa primera visita no se parece en nada a lo que es hoy día. 

Es así que los cambios son normales y hasta necesarios, pues permiten reinventarnos como sociedad. Lo delicado de los cambios en Las Cachúas son sus causales y sus efectos. 

En primer, lugar hay que observar la evolución natural del pueblo, que incluye la emigración de sus munícipes hacia nuevos espacios de vida y supervivencia. Estos movimientos migratorios provocan que la juventud se aleje de los espacios culturales y por ende no los cultive o les interese. Se suma a esto la acentuación de la vieja creencia de que Las Cachúas es una expresión de los barrios marginados, de la pobreza, de allí que aquellos que vivían en el centro del pueblo o los que se consideraban con recursos no participaban en ella. Como la posibilidad de ascenso económico ha cambiado, irradiando todos los sectores, muchos abrazan el criterio excluyente y comienzan a ver a Las Cachúas como propias de los pobres. 

Un efecto arrollador de último tiempo lo constituye el aumento de los concilios religiosos evangélicos y sus numerosos templos. Estos grupos han aglutinado en sus filas cientos, sino miles de jóvenes, a los cuales se les enseña, se les inculca, sin comprensión ni explicación, que Las Cachúas es una actividad pagana, de allí que ninguno puede participar directamente en esa celebración, so pena de un severo castigo. El efecto es una apatía que se prolonga más allá la membrecía religiosa, por lo que cuando el joven o adulto abandona la secta, es muy posible que no participe en las festividades. 

Un elemento fundamental es el efecto del desfile de carnaval del sábado santo. Concebido como un atractivo adicional dentro de Las Cachúas, las carrozas y comparsas han pasado a ser el evento principal, desplazando por completo las festividades cachúas. El resultado es una concentración de la atención en ese evento y el olvido casi total de los otros días y lo que se hace en ellos. Esta situación ha sido potencializada en los últimos años por la visión dada al denominado Comité Organizador del Carnaval de Cabral, el que se abstrae de Las Cachúas. 

Un fenómeno importante que no es exclusivo de Las Cachúas es la capitalización de las festividades. La cultura, en cierta medida, ha pasado a ser ya no una expresión libérrima y espontánea de la mayoría del pueblo, sino que muchos mediatizan su participación al pago que puedan recibir. Como es normal, los conflictos son constantes, así como los reclamos: la reacción es simplemente no participar en nada, no vestirse de Cachúa. 

Ante la oleada de cambios que experimentan Las Cachúas, muchos acuden a una solución: el obsequio de disfraces, caretas y foetes a jóvenes de la comunidad. Esta parecería una solución viable, en la medida en que con la entrega del disfraz se puede tener mayor número de personas en el evento. Sin embargo, sin menoscabo de los sanos objetivos de esta acción, no puede haber peor daño a un evento cultural, pues se mediatiza una participación libérrima a la donación de los implementos que le caracterizan; de allí que necesariamente genera una negativa costumbre, en la cual sin el regalo del disfraz no hay participación: el resultado final es la no inclusión y la merma futura de la inclusión que se perseguía. 

Entonces ¿Qué hacer? Como dijimos, la cultura es inexorablemente cambiante, de allí que habría que buscar mecanismos de adaptación a esos cambios, los que permitan la concienciación sobre el evento y que la sociedad asuma el mismo, no ya como una simple expresión, sino como un símbolo cultural del pueblo, un elemento esencial de identidad. Todo ello traería de la mano un programa paulatino de orientación a nuestros niños, que desde las escuelas les inculque la importancia de un sello identitario y el sostenimiento del mismo. 

Asimismo, Las Cachúas deben ser un medio que permita vender la cultura y que la misma se convierta en fuentes de ingreso para segmentos poblacionales. Es allí que las autoridades municipales deben actuar, ya con impulsar el destino, ya con vender todo el año a Las Cachúas y sus artículos, ya con exaltar su importancia para con el pueblo inmortalizándola en un museo local. Precisamente, un museo sería esencial para impulsar el amor hacia Las Cachúas, pues en él pueden estar reflejados los actores, las creaciones, el pueblo mismo. Es así necesario asociar a Cabral a Las Cachúas: “Cabral, pueblo de las Cachúas”. 

Mientras este plan, esta “estrategia cultural de desarrollo cabraleña” arranca y se materializa, es adecuado tomar medidas inmediatas que permitan la diversificación e inclusión del pueblo. Algunas acciones pueden hacerse, desde colocar a Las Cachúas como el centro del evento el sábado, premiar a los tres mejores disfraces, mejores caretas, mejores Cachúas, asimismo, organizar el domingo algunos eventos: desfiles barriales de Cachúas, competencia en manejo de fuetes y otros eventos. Asimismo, organizar un concurso de confección de caretas, premios a ser entregados durante la Semana Santa. 

En fin es necesario iniciar acciones tendentes a fortalecer la cultura de Las Cachúas, de lo contrario, tiene la tendencia a desaparecer.
“La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch

En defensa del “Punteo” Ultrajado


Los punteos siempre han sido parte de los enfrentamientos.

Por Welnel Darío Féliz

He leído con avidez el artículo de Julio Gómez Féliz titulado “Lo Cultural y lo Antisocial” publicado en este mismo espacio. Debo confesar que me causó sorpresa las consideraciones vertidas por nuestro abogado, periodista, historiador, poeta y amigo. Aunque algunas de sus expresiones resultan correctas, considero que se trata de una visión muy particular que necesariamente no toca la realidad concreta en torno a la celebración cultural y más que ayudar, crea una confusión en torno al evento, su desarrollo, las particularidades e importancia de los pleitos entre Cachúas y civiles y lo que ha sido y es Las Cachúas de Cabral.

Debo primero decir que de entrada el título del artículo nos lleva a considerar que los punteos son “antisociales”, o sea, operan contra la sociedad, lo cual no es así. Si bien es cierto que lamentablemente muchas acciones negativas se acometen durante el evento, en esencia, la propia celebración del punteo es un componente esencial de la cultura y la sociedad de Cabral, que basa su característica folclórica en ella y resalta los enfrentamientos como parte de la misma. No opera, por tanto, contra ella, ni afecta al conglomerado humano del pueblo como tal, sino más bien que opera como parte de su elemento de identidad fundamental.

Debo, asimismo, expresar mi estupefacción al leer que nuestro escritor expresa que Las Cachúas hace “ajetreos, figureos y bellaquerías” y llama “extraño” al comportamiento cultural, sin que tal, para los cabralenses, no tenga nada de extraño ni de bellaco o figureo.

Por otra parte, los punteos, contrario a lo que refiere Gómez, siempre han sido parte de los enfrentamientos. Es conocido por los cabraleños que desde que se tienen noticias tales se realizaban, con una violencia similar y en ocasiones mucho mayor, la que generaba hombres heridos y cortados. De las más viejas fotos que conocemos, que datan de 1963, precisamente una de ellas nos aporta la imagen de un enfrentamiento. Otra de 1973 enfoca una numerosa y cruenta lucha, y las de la década de 1980, más reciente, no es diferente. Es conocido que desde décadas atrás, el palacio municipal era el escenario principal de ellos –lo que ya no es- y la lucha estaba precedida por una constante tirantes entre unos cuantos “civiles” apostados en el techo de aquel lugar y el grueso de Las Cachúas ubicadas en la calle.

Es sabido, asimismo, que Las Cachúas de Cabral siempre ha sido una expresión cultural con ciertas características de dominio y control de los espacios, lo cual, como es natural, implica ciertos niveles de violencia. Se sabe, y se expresa con satisfacción, que otrora “la gente no salía a la calle” y los que salían o pagaban su “peaje” o eran castigados a fuetazos. Las mujeres, para poder salir a sus actividades, debían estar vestidas de Cachúa, principalmente aquellas que necesitaba “rifar” u otros quehaceres. Se conoce que los vendedores ambulantes se cuidaban y que los niños vivían esos días debajo de la cama. Todos conocemos y es nuestro orgullo, que nada se detenía ante Alfredito y que él y su grupo era el terror del pueblo. En fin, las calles son de Las Cachúas y de nadie más y como tal era y es aceptado por el pueblo. Es así que, contrario a lo que dice Gómez, no tiene nada de “inusual”, y no se “convierte”, como expresa, en un “evento, una práctica folclórica”, sino que es y siempre así como tal.

Así mismo, considerar el punteo como “desagradable y bochornoso desafío entre adversarios”, “bestial desafío”, “comportamiento nocivo” esta vez una expresión que necesariamente implica un criterio que no es conteste con la esencia de tal evento y que al mismo tiempo niega la identidad y cultura que se defiende. Tal situación durante la celebración es el resultado normal del control de los espacios que el Cachúa entiende que es usurpado, lo que conoce el “civil” y por tal razón ataca. Es un pleito cultural, subliminal y sentimental en el cual no opera un por qué muy definido o un para qué determinado; es simplemente la culminación de una expresión folklórica que tiene como componente la libertad y la defensa de esa libertad, tanto personal como de los espacios logrados. Como tal, el pleito se da entre amigos, conocidos y aun entre familiares, sin más objeto que el desalojo de los lugares considerados propios. Es una celebración, una expresión de felicidad, la construcción de un yo diferenciador del resto de los pueblos y los mortales, un fenómeno violento que es un sello fijador de la esencia del Cachúa.

Como expresé al inicio de estas letras, me plego a algunas de las consideraciones de Gómez. De hecho, sus señalamientos en torno a los niveles de violencia que en ocasiones se dan durante los eventos, el uso de armas blancas, de piedras, de instrumentos que causan daño colocados en la punta de los foetes y de rencillas entre grupos, son realmente situaciones que ameritan la concienciación de tales y la búsqueda del cambio de dichos actuaciones. Pero tales no implican que el enfrentamiento en sí sea negativo, malo o “antisocial”. En tal caso, lo necesario es hacer lo posible para tratar de evitar tales situaciones particulares, reprocharlas, aportar soluciones, pero nunca basados en una crítica esencial de la cultura como tal, de Las Cachúas.

"La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés." Antonio Machado

Lo cultural y lo antisocial

El escritor hace un señalamiento de la evolución negativa dada en los ultimos años al punteo de las Cachúas y Civiles.

Por Julio Gómez Féliz

Estudiando de forma pormenorizada la manera de los cabraleños realizar el juego de cachúas, desde los primeros tiempos de su creación hasta nuestros días, se llega a la conclusión de que se trata de un lindo evento folclórico y cultural, aparte de atractivo y sano, el cual era disfrutado por la población local y por visitantes de otras localidades vecinas, e incluso de poblaciones del país distantes.

Empero en los últimos tiempos –desde diez o doce años atrás—esta festividad folclórica de las cachúas ha venido siendo trastornada, e incluso desacreditada, con un nocivo comportamiento al cual se podría calificar de antisocial y anticultural, lo cual nos obliga a producir el presente trabajo con el título de “Lo cultural y lo antisocial”. Dicho fenómeno antisocial se produce de la siguiente manera:

Luego de dos días de ajetreos, figureos y bellaquerías el sábado y domingo anterior, el tercer día (lunes por la tarde), el grueso de las cachúas acuden a concentrarse en uno de los barrios del pueblo, dirigidas por o guía o “líder”, lo cual hace también el grupo de no disfrazados o “anticachúas”, denominados “civiles”. Allí ambos grupos en un escenario literalmente de confrontación sentido positivo --a no ser la satisfacción que experimentan del sufrimiento y los consiguientes riesgos y maltratos físicos--, cachúas y civiles, o mejor dicho los disfrazados y los no disfrazados, se enfrentan de manera física y directa, en un brutal desafío, físico y directo sin sentido a foetazos limpios; provocándose con ello heridas en sus cuerpos, muchas veces severos y graves, con la pérdida y afectación de ojos y otros órganos corporales.

Para su extraño juego o desafío carnavalesco, las cachúas y civiles días antes se preparan unos foetes a los cuales en sus puntas les adhieren una variedad de objetos cortantes, entre ellas navajas, alambres de púa, tuercas, etc., con los cuales logran causarles heridas más cortantes y contundentes a sus adversarios.

También, muchos de los participantes en ese bestial desafío suelen prevalerse y portar ocultos en sus cuerpos, filosos machetes, puñales, cuchillos, como también armas de fuego, incluso de las denominadas chilenas, tan mortíferas como ilegales.

Lo extraño de este inusual comportamiento cultural de esos grupos de Cabral, el cual, tal parece, al paso de los años se convierte en un evento o una práctica “folclórico”—digámoslo o califiquémoslo así—, es el hecho de que al final del mismo casi siempre deviene en varios golpeados y heridos leves y severos, no obstante la presencia de la Policía Nacional que, prevenida de antemano, hace acto de presencia para intervenir y prevenir hechos lamentables, los grupos en pugna, mansos y cimarrones, al final de la batalla corren entremezclados por las calles en dirección al cementerio municipal, donde llevan a cabo el tradicional “repique” de foetes, en honor y en recordación de las cachúas fallecidas.

Y este último evento del carnaval, más que un desagradable y bochornoso desafío entre adversarios, como es el “punteo” de civiles contra cachúas, es un ritual de revivencia de sanas costumbres del pasado, donde cada quien acude con su foete en manos a resonarlo de forma emotiva y ordenada, como si se tratase de despertar de su sueño las almas durmientes de sus deudos y amigos ya idos, conocidos y desconocidos.

De allí, luego de repicar en el cementerio, salen decenas de disfrazados cansados pero eufóricos, recorriendo las calles y dándole foetazos a todo el lugareño que encuentran a su paso, no de venganza, sino de satisfacción y como un elemento de la vieja tradición; y siempre con la mano izquierda extendida pidiendo “lo suyo”, un aporte en dinero o un “pote de ron”, para mitigar su cansancio y/o “reponer” sus energías agotadas en un juego cultural y tradicional de los cabraleños.

"La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés." Antonio Machado

Hacia Las Cachúas de Cabral


Por Welnel Darío Féliz

Poco más de un mes nos falta para el inicio del desfile de Las Cachúas y el carnaval de Cabral 2012. Otro año que trae los afanes de la organización del desfile, la preparación de comparsas a la carrera, el pugilato por el financiamiento, las promociones leves en la radio, las quejas de los comparseros, las expectativas por el desfile, el sonido de los foetes, las amenazas de la muchachada, las premoniciones de fracaso, las esperanzas de triunfo, las quejas de los evangélicos y sus acusaciones de paganismo y satanismo, las kermesse (que ellos no desaprovechan aunque sean paganas las festividades), la emoción de los niños, la preocupación de las jóvenes, la presencia de los cabraleños ausentes, el encuentro de los viejos amigos, en fin, todo un festín social y cultural que alegra al pueblo Cabral.


En el fondo, más que un simple espacio folklórico, el escenario que espera a Cabral, en el marco de la Semana Santa, se trata de la celebración de una de las más importantes e impactantes expresiones folklóricos-culturales de la región suroeste y del país. Un espacio simbólico de cambio social, en el que el pueblo se transforma en un ente desconocido, con características definidas, cuyos objetivos son prohijar la libertad. Así, Las Cachúas, constituyen los elementos vivos de las luchas por la libertad y resistencia a la opresión escenificada por los ancestros. Son la expresión de una herencia tangible que evoca el aprovechamiento de los espacios de los antiguos esclavos para dar rienda suelta a sus propias tradiciones.


Es así que ellas son un símbolo, símbolo del oprimido, símbolo de las luchas, símbolo de la grandeza de la cultura y de la identidad. Es el encuentro del pobre-esclavo social, con su libertad. El momento de generar una supremacía por sobre la exclusión. El momento de los barrios ocupar el centro del pueblo y erigirse como los dominantes en la lucha diaria entre el capitalista explotador y el trabajador explotado. Allí, en el medio de la celebración, no son excluidos, sino que son los reyes, los gobernadores, los dueños de la calle.


Es bajo ese criterio de supremacía y control del espacio que se generan los más enconados enfrentamientos. Y no solo desafíos entre los “civiles” y Las Cachúas, sino la lucha misma por el control de las aceras: nadie, sin la debida autorización puede transitar por ese camino ajeno. Esas luchas se llevan a los colmados, a los vendedores y a cada lugar que huela a dinero: usted tiene que pagar su cuota, su “impuesto” para continuar su camino. No se trata de que Las Cachúas pidan, sino que esa es la paga para que se pueda producir el libre tránsito: Cada persona no disfrazada es un infractor de la “ley”, la ley de Las Cachúas, la violación de su dominio. Son, en definitiva, el grito de un pueblo libre.


Esas Cachúas y ese desfile son el matrimonio cultural del pueblo Cabral. Son las expresiones culturales que más enorgullecen a todos los cabraleños en cada lugar del planeta que se encuentre. Es por ello que hay que guardarlo, impulsarlo, protegerlo, apoyarlo, promocionarlo, engrandecerlo, vivirlo, disfrutarlo, historiarlo y amarlo. Pero no con un amor casual, sino un amor cargado que tan profundo sentimiento que no se extinga en ningún momento del año.


Así, como parte de ese impulso a su conocimiento, promoción y resguardo, es necesario el empoderamiento social de la cultura. Es llevar a las escuelas sus detalles, es inculcar en la juventud y la niñez su importancia. Es evitar que la tilden de “paganas”. Es solventarla. Es que cada comerciante, inversionista, empleado u otros la apoyen. Es vestirse de Cachúa. Es obsequiar un disfraz y un foete. Es provocar a nuestros niños y jóvenes para la investiguen, la indaguen, la conozcan. Es llevar a las escuelas conferencias, encuentros, tertulias, talleres y enseñanzas sobre ellas. Es ser Cachúa.


"I always tell the truth, even when I lie"

Historia del Desfile de Carnaval de Cabral (2 de 2)

En 1975 se creó el Batton Ballet y fue escogia a Isabel Féliz como la primera Reina del Carnaval. En 1976 se inició el desfile como lo conocemos hoy.
Por: Yassir Féliz

Esta parte de la historia comienza con una exhortación que tiene lugar en el año 1974. Recibiendo un curso en la Escuela de Educación Física en la ciudad de Santo Domingo, la profesora Noemí Melo le expresa a  algunos estudiantes lo siguiente “Ustedes no pueden ir a sus comunidades a trabajar Educación Física solamente. Ustedes son entes sociales de cambio y por consiguiente deben trabajar en todo y cuanto ayude a transformar sus comunidades. Deben salir a crear clubes culturales, gremios estudiantiles, entre otros; en fin deben integrar a los jóvenes y a la comunidad  cosas que la identifiquen y le den valor a su cultura”. Entre esos estudiantes se econtraba un joven de Cabral llamado Felipe Pineda Féliz (Felipito).

Días después, ya estando en Cabral y posterior a haber terminado el curso, Felipe logra presidir el Club Deportivo de Cabral.

El 5 de octubre del 1974, la Escuela Popular de Comercio que dirigía José Miguel Féliz (Miguel Sanabe) hizo una graduación y en la misma participó el Batton Ballet de Fundación.; a Felipe,le causó espectación ver esto y le surgió la idea de crear un Batton Ballet en Cabral, pues se preguntó ¿Cómo es posible que Fundación, un pueblito más pequeño que Cabral, tenga un Batton Ballet y Cabral no pueda tener uno?

Al día siguiente, el domingo 6 de octubre, comienza a trabajar la idea y la lleva a la práctica cuando sale barrio por barrio a buscar jóvenes que tuvieran talento, carisma y gracia para participar su proyecto. El 16 de octubre se hace la primera reunión en el salón del Ayuntamiento en donde participan las 46 más hermosas jóvenes del pueblo.

Los ensayos comienzan con solo 3 instrumentos, los cuales fueron prestados de la Escuela de Música de Cabral. Cuyito Cusuna fue quien tocó el drums y los redoblantes fueron ejecutados por Leito Quica y Yovanny Triana.

Luego de arduas jornadas y semanas inagotables de bailes y coreografías, se seleccionaron 36 jóvenes que fueron las que iniciaron el primer Batton Ballet de Cabral; destacándose entre todas la hoy Dra. Annetty Batista y Yackelin Cavallo como la 1era. y 2da. Batutera respectivamente. Se destacaron también las jóvenes Amelia y Sarah Cavallo, la Licda. Ana Féliz (Mami Asia), la Dra. Marilandy Báez, Anita, Sua y Betzaida Féliz (hijas de Temo) así como la profesora Iris Féliz (Iris Chano), entre otras.
El profesor Felipe Pineda, transformador y trabajador incansable del desfile de Carnaval de Cabral

En enero de 1975, junto a la profesora Carmencita Nin y el Dr. Luis Sansari,  surge la idea de realizar un concurso de belleza para escoger la Reina del Carnaval, y asi darle mayor vistosidad y espectacularidad al carnaval, por lo que se decide hacer un paneo por todos los barrios de Cabral y proponiendo a 8 hermosas beldades en representación de sus barrios.

Estas preciosas jóvenes fueron las siguientes:
Maura Ferreras  - Barrio Arriba
Nelsi Féliz  - Majagual
Orquídea Féliz  - El Centro
Isabel Féliz - El Llano
Kuki Féliz - Barrio Abajo
Lielan Medina - El Guayuyo
Kuki Ramírez - Los Botaos
Freddy Féliz - La Peñuela

Bajo un jurado compuesto por la profesora Carmencita y el Dr. Sansari, el día 8 de marzo de 1975 se realiza el concurso de belleza en donde Isabel Féliz (la hija de Henro y Nasira) fue coronada como la 1era.  Reina del Carnaval y Orquídea Féliz (la de Lillay e Isidora) fue escogida como la Virreina.

Ya Cabral contaba con un Batton Ballet y una Reina del Carnaval para las festividades de Semana Santa, por lo que personas como el periodista Radhamés González cedió su camioneta de manera gratuita (con el combustible incluido) para que desfilara en ella la Reina. La guagua en que se trasladaría la Virreina fue alquilada a un señor de Cachón llamado Reyes.

Como el profesor Felipe era el presidente del Club deportivo de Cabral, se dejó asistir por la ayuda de los deportista de Cabral quienes el sábado 22 de marzo de 1975 se levantaron a las 4:00am para decorar, en un trabajo mancomunado, las dos guaguas en la que se haría el recorrido.

Las Cachúas en espera. El Batton Ballet listo. Las guaguas decoradas. La Reina y Virreina vestidas de trajes de papel crepé, tenis blancos, canastas de flores, pelo suelto y una hermosa flor en las orejas. Todo Cabral en expectativa ante lo innovador que vendría y siendo las 3:30pm, se da inicio al recorrido del desfile de Carnaval que tiene como punto de partida el antiguo Bar de Santana  (frente a las casas donde viven Cocoya y Chico).

Ante la mirada de cientos de personas apostadas en ambos lados de las calles, con 2 carrosas hermosamente decoradas, a ritmo de los besos de la Reina y Virreina, los candentes y sensuales bailes de las chicas del Batton Ballet, el estilo inigualable de los chicos que tocaban el drums y los redoblantes y los estruendos de los fuetes de cientos y cientos de Cachúas que las escoltaban, comienza el desfile recorriendo inicialmente la Avenida Duarte para después doblar en la Esquina Caliente hacia la Presidente Báez, luego toman la San Andrés y doblan en la Independencia. Toman nuevamente la Duarte hasta llegar al Parque Municipal Los Trinitarios en donde miles de personas de todos los barrios y pueblos cercanos inundaron los espacios de las calles que bordean el parque para ver el majestuoso espectáculo que creó un antes y un después en lo que se conoce como Desfile del Carnaval de Cabral.

El éxito de esta presentación fue rotundo. El año siguiente, en 1976, además de las nuevas Reinas y el Batton Ballet, los barrios de Cabral participaron por primera vez con una carroza y una comparsa en el Desfile…. Lo demás que ha sucedido es simplemente historia.
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