República Dominicana es el país de mayor crecimiento económico de Latinoamérica.
Por Jhanfri Féliz
Hace días, estando sentado en el patio de Doña Carmen, mi abuela, pensé en una loca y vaga idea que quiero compartir. Pensé en el trauma de la transición política y nuestro esfuerzo total en fortalecer el modelo subversivo y explotador que nos sumerge en la pobreza y la desgracia.
Pensar en la posibilidad de transición de mando cada vez que un torneo electoral se avecina constituye un acto valiente y en ocasiones desgarrante. El cambio de gobierno, en vez de ser una fiesta de la Democracia, se convierte en una verdadera desgracia y fatalidad para miles de familias, quienes por ignorancia o no sé qué, son obligadas a depender del sueldito cebolla del gobierno o el cabildo y, penosamente, culminado el tiempo son obligados a renunciar a la ilusión de tener el pan de cada día. El cambio de mando en países Estado-dependientes, tal cual el nuestro, genera una singular incertidumbre para quienes su única fuente de ingreso mensual es el macuteo, la botella o el botellón proveniente del fisco y/o un político joseador de sus votos… Admito que esto me causa una profunda tristeza, pues entiendo cada ser humano tiene derecho a la posibilidad de emprender y realizarse libremente, sin restricciones; nadie debe estar obligado a vivir en la miseria y el asistencialismo; por el contrario, todos tenemos el compromiso biológico y personal de realizar de forma libre y plena nuestro proyecto de vida sin depender de las dadivas de algún loco viejo, que se hace llamar político.
Lo que ahora nos ocupa es buscar el culpable; si, nos toca pensar quién es el causante de todo este fatídico y despilfarrado mal. Aunque me pese decirlo, debo admitir que los causantes del problema tienen nombre y apellido: los joseadores, los políticos, los busca moro, los pedilones, los estado-dependientes, los que cabildean su botella y otros; yendo a la generalidad, el problema es el MODELO DE SOCIEDAD QUE DESDE 1963 Y HASTA AHORA HEMOS IMPULSADO. El problema se manifiesta de forma privilegiada en el sistema educativo, quien se deleita en la ignorancia y la repetición embotellada de conceptos vacíos, no en las conciencias críticas. De la misma forma el subdesarrollo se manifiesta en los programas y propuestas económicas de nuestros políticos, quienes privilegian el sobregasto fiscal, mientras timan, engañan y empobrecen al país, y no solo esto, sino que restriegan en nuestros rostros la suntuosidad de quedarse con el dinero público, dinero que es nuestro. El desdén se manifiesta de forma especial en esos funcionarios antipatriotas, que coartan la conciencia de los ciudadanos con amenazas de cancelación. El problema se manifiesta en las campañas publicitarias vacías, que solo intentan convencer con la venta de frases y no con propuestas.
Impulsar un nuevo modelo, más digno y eficaz, es apostar por la reducción del tamaño del aparato estatal y con esto, impulsar una nueva visión de Liderazgo, que tenga como centro el individuo en particular y tienda de forma categórica al compromiso, la competitividad y los valores humanistas. Impulsar un nuevo modelo de sociedad es optar por la aniquilación total del actual y en esto, propiciar uno que tienda a la libertad de pensamiento y expresión. No escatimemos esfuerzos en la construcción de un nuevo modelo de sociedad, será la única forma de hacer que la Democracia realmente sea una fiesta y no un trauma desdichado e injusto.
“La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch
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