Por Bienvenido Matos Pérez
Yo sabía que mi amigo David estaba enfermo y tuve conocimiento de que su salud se había agravado días antes de su muerte lo que me dio aliento para creer que su situación aunque delicada podría ser superada con el paso de los días pero aun así su muerte fue muy dolorosa para mi, cuando se desprenden del Árbol de la vida amigos tan extraordinarios como el no resulta fácil aceptarlo solo los días y el transcurrir del tiempo nos llevan como un remanso de paz en el que entonces podemos entender que la vida es para la muerte.
Aun así me propuse no escribir sobre su vida, sobre
mis relaciones amistosas con él, quise que otros lo hicieran, pero una
conversación que sostuve con Lucas Hidalgo Pérez Sánchez en el municipio de
enriquillo me hicieron cambiar de idea y aunque estoy totalmente convencido de
que David Enrique Olivero Segura ha partido a mejor vida escribo estas líneas
para dejar testimonio claro y preciso de la grandeza humana de este hombre
trascendental que cariñosamente llamamos David Enrique Olivero Segura.
Uno sabía que su cuerpo, muerto físicamente estaba
frente a todos y sentí la sensación de que estaba sonreído, parecía un hombre
que venía de las interioridades de la vida, y aunque denotaba cansancio no
parecía que su cuerpo estaba ausente de vida, en el se notaban los signos de
quien ha vivido bien, de un hombre que después de pasar exitosamente por los
laberintos de la política había pasado la prueba y no tenía nada porque
preocuparse puesto que a él le paso como a los cisnes que pasan por el fango
sin ensuciar una sola de sus plumas.
Por ello quiero hablar de él cuando han pasado muchos
días de su deceso, de su partida a mejor vida cuando el comienza a transitar
los caminos de la eternidad, porque los que han vivido como el son
definitivamente seres eternos, solo bastaba conocerlo para percatarse de que
vivió guiado por una estrella, de que actuó movido por un mandato que parece
que se sintetizo en esta frase: “Servir”, que fue su ocupación y a ella dedico
toda su existencia y no es posible agotar una jornada tan fecunda sin una filosofía
de vida, sin una fe inconmovible que te marque sin un compromiso que te obligue
y David Enrique Olivero lo sabía, el vio la estrella todos los días de su vida
y se dejo guiar.
Tan grande fue su aporte que es imposible en este
escrito resumirlo, porque de su hombría de bien abundan los testimonios
inmensos que no caben en un escrito de despedida para un amigo a quien uno ha
querido mucho para quien como David hizo del servicio una trayectoria de todos
los días de su existencia porque hasta en la brevedad de los segundos siempre
pensó en los que menos podían.
Hoy solo quiero dejar constancia de algunos ejemplos
de este amigo extraordinario que me aprecio y me distinguió a los más altos
niveles, a mi al igual que a todos cuanto pudo y ello me hace decir que quien
no tenía un buen amigo en David hallo soporte, apoyo y solidaridad que le
faltaban, quien no tuvo padre ni madre en el encontró también el apoyo material
y espiritual que le encausara hacia una vida digna.
Yo tuve siempre la intuición de que David Enrique
Olivero Segura no actuaba por sí mismo, Dios había puesto en el la vocación y
Dios lo sostenía, por eso cuando asumió la religión cristiana y se dedico en
cuerpo y alma a la propagación del evangelio el tan solo declaraba la grandeza
de sus sentimientos.
En el tránsito de su vida ayudo a cientos de familias
a tener un techo propio, sirvió de puente para que miles de agricultores
consiguieran una parcela en los proyecto que el gobierno para entonces
ejecutaba, consiguió medicinas y alimentos para tantos que resulta imposible contarlos
pero él nunca se beneficio, había algo en sus adentros que se complacía con el
bienestar de los demás ¡Qué raro era este hombre!, por ello quiero dejar mi
testimonio sobre este eterno amigo que luchando por los demás, trabajando por
un país mejor hallo la satisfacción que muy pocos hallan en el servicio a los
demás.
Fue diputado durante tres periodos consecutivos, sub
secretario de estado varias veces, funcionario público innumerables ocasiones y
salió de estas posiciones con la satisfacción del deber cumplido.
Recuerdo una vez que al regresar de Yamasa (donde
gestionaba parcelas para campesinos (humildes) hasta la ciudad capital decidió
pasar por la cámara de diputados, era viernes día de pago próximo a las 5 de la
tarde una de las secretarias lo saludo con afecto – Don David pero la encargada
de pago ya salió, por que vino tan tarde sabiendo usted que es fin de semana
largo, - No se preocupe amiga yo espero, lo mismo da viernes o martes, mas
duran y se despidió de ella con un abrazo, un enfermo mental al que llamaban
Fremio, que hacia vida por los alrededores del congreso se acerco a él y dijo
con una voz potente – Ese es un hombre honrado, ese es un diputado de verdad,
David se acerco a él con el mismo cariño y le regalo unas monedas que todavía
quedaban en su bolsillo, muere un hombre bueno y la humanidad lo siente en sus
entrañas porque aconsejando, sirviendo, entregando su vida por los demás vivió
este hombre que es orgullo de todos los que los conocimos, Dijo el sabio
salomón: Con la muerte descansa el hombre de sus trabajos, pero sus obra a él
le siguen.
¡David en tu camino a la eternidad acuérdate de los
que te quisimos, que nosotros rogaremos a Dios por tu familia, por tus pobres,
por todos los que te entregaste en tu fructífera vida de servicio e
integración!
“La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch
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