Por Welnel Darío Féliz
Las Cachúas son (o eran) del suroeste. Desde Cabral, de donde son originarias –opinión aceptada por nuestros ancestros, incluyendo los munícipes suroestanos- muchas Cachúas se trasladaban a otros pueblos cercanos, como los casos de Polo, Peñón, Barahona, Las Salinas, Duvergé, Cristóbal y Cachón. En esos lugares, sus habitantes asumieron la costumbre folklórica, la cual fue arropando incluso sitios lejanos que no eran regularmente visitados por los cabraleños –como los pueblos de la costa: Paraiso, Enriquillo, Bahoruco,
Las décadas de 1950 hasta 1990 fueron testigos de esta expansión cultural regional. Pero las nuevas generaciones de jóvenes de los pueblos, con poco apego a una expresión cultural no propia, fueron perdiendo la vieja costumbre de sus padres y abuelos, hasta la desaparición en muchos y el decaimiento casi total en otros. Al siglo XXI solo en lugares como Peñón, Las Salinas, Polo y Cristóbal pueden verse cachúas en Semana Santa y una particular representación en Barahona que participa en los desfiles nacionales y al carnaval local escenificado en Febrero. Desde Cabral, los viajeros hacia sitios circundantes han mermado, pues los jóvenes –muy pocos por cierto- que se “disfrazan” poco tienen que hacer en esos lugares: prefieren quedarse en la población.
Aunque el impacto regional se ha reducido, las andanzas culturales de Las Cachúas no han cesado y más su impacto ha trascendido las fronteras locales, posicionándose como una de las expresiones culturales más importantes, llamativas, particulares y originales del país, con presencia en carnavales nacionales, desfiles y encuentros culturales en el ámbito nacional e internacional.
La primera ocasión de que se tienen noticias que Las Cachúas salieron en masa de las fronteras sureñas fue en 1963. Ellas fueron convocadas para presentarse, en agosto de este año, en el estadio Quisqueya, en el marco de la celebración del centenario de
Después de esta circunstancial presentación, de la que no conocemos su impacto, pues los periódicos de la época no lo recogieron, Las Cachúas entraron en un marasmo y no fue sino veinte años después cuando volvieron a salir del pueblo a un encuentro formal, nos referimos al desfile nacional de carnaval celebrado en 1983 en Santo Domingo.
Si bien se produjo la presentación del grupo, no era del todo desconocido, pues desde la década de 1970 el folklorista Fradique Lizardo se había encargado de mostrar a la comunidad científica tan interesante expresión cultural. A él siguió Dagoberto Tejeda, Martha Hellen Davis, Geo Ripley y otros investigadores, que importantizaron el evento.
Martha Hellen reprodujo una serie de fotografías que impresionaron al público nacional y al de Cabral y publicó un largo reportaje en un suplemento de un periódico nacional que popularizó el conocimiento de Las Cachúas. Hay que mencionar el importantísimo posicionamiento de Las Cachúas en nuestros principales centros culturales del país a partir de la participación de Leónidas Temistocles Féliz Suárez (Temito), mozalbete aun, en los concursos nacionales de caretas celebrados por el Museo del Hombre Dominicano, en los cuales obtuvo, en 1984 y 1985, el primer y segundo lugar, respectivamente y en 1993 obtuvo el primer lugar en el concurso nacional de caretas auspiciado por
Todavía hasta hace poco se podían ver esas caretas en la exposición permanente del museo. En adición a todo este movimiento cultural, las caretas Cachúa trascendieron fronteras, cuando Fradique Lizardo llevó algunas a Europa, en una exposición itinerante que recorrió varias ciudades del viejo continente, la cual en la actualidad se presenta en el Museo del Hombre Dominicano.
La expansión de la literatura y exposición Cachúa en la nación no se detuvo y en 1993 fue publicado el primer trabajo exclusivo sobre ellas, nos referimos a Las Cachúas, del sacerdote zairence Pedro Muamba Tujibikile, acompañado de un magnifico prólogo de Dagoberto Tejeda Ortíz. El propio Tejeda Ortiz, quien se ha declarado un enamorado y seguidor de Las Cachúas, no cesa en referenciarlas en sus diversos trabajos.
Las exposiciones han sido recurrentes. En el 1982 el Museo del Hombre abrió sus exposición permanente sobre carnaval dominicano, que incluyó a Las Cachúas, siguiéndole una exposición realizada en Altos de Chavón en 1984, continuando con otra escenificada en 1987 en el Colegio Dominicano de Ingenieros y Arquitectos.
El suscrito, en el año 2003, preparó una conferencia sobre el tema, presentada en el Museo del Hombre Dominicano el 3 de abril, acompañada de una exposición que duró todo el mes. Dicha conferencia fue publicada en el libro Historia del Pueblo de Cabral. La diferencia de la exposición Cachúa a la existente en el Museo y las demás, era que allí mostramos todos los disfraces existentes en el pueblo, de una y dos mantas, el de cortinas y el mameluco completo, incluyendo una representación del tipo de disfraz característico de la década de 1930-1960, al igual que las diversas caretas muy propias del pueblo.
En adición a toda esta documentación, varias conferencias, reportajes, escritos y otros se han producido a nivel nacional, por personas de Cabral, periodistas, escritores y productores de televisión y radio. Una presentación de importancia se realizó el 14 de marzo de 1992. En esta ocasión, Las Cachúas, junto a los paleros de Polo, aperturaron el Festival de Jazz Heineken celebrado en el anfiteatro de Altos de Chavon. Fueron elegidas para tal evento, como muestra representativa de diablos danzantes de música africana, única en el país.
En adición a esta explosión bibliográfica y expositiva, en los últimos veinte años, Las Cachúas se han nacionalizado e internacionalizado. Desde 1983, como vimos, se han mantenido asistiendo al desfile nacional de carnaval –donde han obtenido varios premios como comparsa tradicional- y a partir de 1993 pasaron a formar parte esencial del desfile regional del carnaval de Bonao. En las décadas siguientes, año tras año, participa en los carnavales de Barahona -siendo su principal atractivo- Azua,
En el ámbito internacional su primera salida se produjo en 1998, cuando asistieron a Aruba, al encuentro mundial de carnaval; en octubre de 1999 participaron en el encuentro cultural Caribe-Pacífico, celebrado en Quibdó, departamento del Chocó, Colombia. En julio del año 2000 una representación se trasladó a Santiago de Cuba, en el marco de la celebración del Festival del Caribe. Tanto impacto causó, que asistieron ininterrumpidamente hasta 2007. En el 2006, 2007 y 2010 el Bronx y el Alto Manhattan vibraron con el tronar de los foetes, al igual que Providencia, Patterson, y otros, cuando una importante representación hizo acto de presencia en el desfile de los dominicanos en los Estados Unidos. Hacia 2009, Puerto Rico recibió a Las Cachúas, y partieron hacia Haití en 2011, causando importante impacto en la isla del encanto y en el vecino país.
Como se observa, Las Cachúas viven una explosión cultural sin precedentes en el ámbito nacional e internacional. Tras ellas viaja la identidad cabraleña, cada habitante, joven, adulto, niño. Tras Las Cachúas esta la internacionalización del pueblo Cabral.
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