Valoramos como importantes y constructivas las críticas y consideraciones que nos hiciera el colega y entrañable amigo WELNEL FELIZ.
Sus críticas están basadas en relación a nuestro trabajo titulado el punteo de las cachúas y los civiles publicado en este Blog Digital. La celebración de dicho juego folclórico se celebra anualmente en nuestra población. Sobre el tema, debemos comenzar precisando que, lo que hemos hecho en nuestro trabajo ha sido resaltar el carácter folklórico de las cachúas, así como de la esencia e incidencia de dicho juego en Semana Santa; juego que indudablemente forma parte de la historia cultural de nuestro pueblo, el cual le ha permitido alcanzar gran notoriedad en el curso de más de un siglo de existencia de tan popular tradición.
En realidad nuestra crítica, al elemento que yo tipifico como antisocial del punteo en las cachúas de Cabral, en sí, no va dirigido al juego de cachúas y civiles, ni mucho menos va encaminado a desvirtuar su aspecto folklórico y tradicional, sino que el propósito esencial es objetar y cuestionar determinados actos, específicamente el comportamiento manifestado en enfrentamientos violentos y otras practicas no menos cuestionables de muchos de los participantes. Tipificamos de antisocial estas practicas porque las mismas en el juego maltratan y afectan físicamente y de forma bestial a sus oponentes. Al observar estas escenas en verdad uno como que no encuentra otro calificativo para denominarla ya que no son propias de las primeras cachúas, sino que son de pocos años atrás y de los últimos tiempos. Eso es lo que nos han dicho decenas de viejos vivientes de Cabral, a quienes tuvimos la oportunidad de entrevistar respecto del juego de las cachúas en los primeros tiempos del siglo XX.
No creemos que tales actos, ni los propósitos perseguidos por sus participantes y ejecutores, cuyo fin y deleite es golpear y herir de forma implacable y con saña a sus oponentes en los enfrentamientos, el cual, repito, no es un ritual propio de un evento cultural del pueblo de Cabral, y por tanto no creo que ello sea una manifestación social culturalmente sana de un reducido grupo de cabraleños amantes del juego de las cachúas; todo lo contrario, constituye una trasgresión y la festinación de una actividad cultural legada por nuestros ancestros con otras características y otros fines.
Lo que vemos con preocupación, y a la vez objetamos, es el lecho de que los punteadores lleven y usen armas (machetes, puñales, cuchillos filosas y de fuego, revólveres, chilenas, etc.) a una actividad sana y eminentemente folklórica y pacífica de este pueblo humilde, laborioso y folklórico con interés de maltratar a sus oponentes de juego, o a su rival pre-determinado y motivado; en cuyos eventos tales individuos desaprensivos, escudados bajo el vestuario de cachuas y civiles supuestamente “hacedores de cultura”, “defensores” de nuestro folclore, y deseosos de “alegrar” al pueblo, aprovechan el evento y el momento para escenificar actos de venganza y verter sus rencores solapados contra sus propios hermanos y compoblanos, empañando así la reverencia del sano evento carnavalesco y con ello la propia imagen del pueblo.
Para nadie es un secreto que, desde hace mucho tiempo, Cabral no es visitado por esa gran concurrencia de gentes de pueblos próximos y distantes que tradicionalmente lo hacían, atraídos e interesados en disfrutar del juego sano y motivador de las cachúas de Cabral --como se les calificaba entonces--, y que en los últimos años, a causa de esa manera extremadamente violenta y desconsiderada como se comportan ciertos grupos de cachúas, sobre todo, de por ejemplo caerles a foetazos de forma inmisericorde a los forasteros, han renegado de ven ir aquí en el juego de cachúas en sábado de gloria, el domingo y el lunes siguiente. No hay duda, es un reflejo claro de que algo raro está ocurriendo con relación a las actividades carnavalescas de esa hermosa y autóctona manifestación cultural nuestra. Y por ello seguimos considerando la necesidad de producir un instrumento reglamentario de las actividades carnavalescas, a lo cual está abocado y propiciandola FUNDACION MUSEO-CASA DE LA CULTURA.
Yo particularmente, me resisto a darle un calificativo más benigno a tales prácticas, que no sea el de antisocial o, si se quiere, no social; no al punteo a foetazos como manifestación ni a las cachúas como juego y manifestación social de los pueblos que --como dice mi colega Welnel, viene de lejos, pero que antes no era así ni con tales características--, sino simplemente con el uso de foetes y entre amigos y compobanos, no con armas para herir y generar agresiones irracionales y venganzas personales, en lo cual tiene que intervenir la fuerza del orden para evitar desgracias y muerte. Porque en realidad esas no son manifestaciones culturales sanas del pueblo, como lo era en el pasado, sino todo lo contrario.
Lo social y lo cultural son dos conceptos que se entrelazan de forma armoniosa en la vida civilizada de dos pueblos; en tanto que lo antisocial, en tanto el comportamiento humano colectivo que es, camina hermanado con lo cultural o anticultural, puesto que en lo primero se alude a valores del hombre, en tanto que el segundo se refiere a las manifestaciones atípicas de las personas y que yo, particularmente y sin ánimo de denigrar ni descalificar las sanas esencias de nuestro juego carnavalezco, hemos pretendido resaltar en nuestro trabajo LO CULTURAL Y LO ANTISOCIAL DEL PUNTEO DE LAS CACHUAS EN CABRAL.
En realidad nuestra crítica, al elemento que yo tipifico como antisocial del punteo en las cachúas de Cabral, en sí, no va dirigido al juego de cachúas y civiles, ni mucho menos va encaminado a desvirtuar su aspecto folklórico y tradicional, sino que el propósito esencial es objetar y cuestionar determinados actos, específicamente el comportamiento manifestado en enfrentamientos violentos y otras practicas no menos cuestionables de muchos de los participantes. Tipificamos de antisocial estas practicas porque las mismas en el juego maltratan y afectan físicamente y de forma bestial a sus oponentes. Al observar estas escenas en verdad uno como que no encuentra otro calificativo para denominarla ya que no son propias de las primeras cachúas, sino que son de pocos años atrás y de los últimos tiempos. Eso es lo que nos han dicho decenas de viejos vivientes de Cabral, a quienes tuvimos la oportunidad de entrevistar respecto del juego de las cachúas en los primeros tiempos del siglo XX.
No creemos que tales actos, ni los propósitos perseguidos por sus participantes y ejecutores, cuyo fin y deleite es golpear y herir de forma implacable y con saña a sus oponentes en los enfrentamientos, el cual, repito, no es un ritual propio de un evento cultural del pueblo de Cabral, y por tanto no creo que ello sea una manifestación social culturalmente sana de un reducido grupo de cabraleños amantes del juego de las cachúas; todo lo contrario, constituye una trasgresión y la festinación de una actividad cultural legada por nuestros ancestros con otras características y otros fines.
Lo que vemos con preocupación, y a la vez objetamos, es el lecho de que los punteadores lleven y usen armas (machetes, puñales, cuchillos filosas y de fuego, revólveres, chilenas, etc.) a una actividad sana y eminentemente folklórica y pacífica de este pueblo humilde, laborioso y folklórico con interés de maltratar a sus oponentes de juego, o a su rival pre-determinado y motivado; en cuyos eventos tales individuos desaprensivos, escudados bajo el vestuario de cachuas y civiles supuestamente “hacedores de cultura”, “defensores” de nuestro folclore, y deseosos de “alegrar” al pueblo, aprovechan el evento y el momento para escenificar actos de venganza y verter sus rencores solapados contra sus propios hermanos y compoblanos, empañando así la reverencia del sano evento carnavalesco y con ello la propia imagen del pueblo.
Para nadie es un secreto que, desde hace mucho tiempo, Cabral no es visitado por esa gran concurrencia de gentes de pueblos próximos y distantes que tradicionalmente lo hacían, atraídos e interesados en disfrutar del juego sano y motivador de las cachúas de Cabral --como se les calificaba entonces--, y que en los últimos años, a causa de esa manera extremadamente violenta y desconsiderada como se comportan ciertos grupos de cachúas, sobre todo, de por ejemplo caerles a foetazos de forma inmisericorde a los forasteros, han renegado de ven ir aquí en el juego de cachúas en sábado de gloria, el domingo y el lunes siguiente. No hay duda, es un reflejo claro de que algo raro está ocurriendo con relación a las actividades carnavalescas de esa hermosa y autóctona manifestación cultural nuestra. Y por ello seguimos considerando la necesidad de producir un instrumento reglamentario de las actividades carnavalescas, a lo cual está abocado y propiciando
Yo particularmente, me resisto a darle un calificativo más benigno a tales prácticas, que no sea el de antisocial o, si se quiere, no social; no al punteo a foetazos como manifestación ni a las cachúas como juego y manifestación social de los pueblos que --como dice mi colega Welnel, viene de lejos, pero que antes no era así ni con tales características--, sino simplemente con el uso de foetes y entre amigos y compobanos, no con armas para herir y generar agresiones irracionales y venganzas personales, en lo cual tiene que intervenir la fuerza del orden para evitar desgracias y muerte. Porque en realidad esas no son manifestaciones culturales sanas del pueblo, como lo era en el pasado, sino todo lo contrario.
Lo social y lo cultural son dos conceptos que se entrelazan de forma armoniosa en la vida civilizada de dos pueblos; en tanto que lo antisocial, en tanto el comportamiento humano colectivo que es, camina hermanado con lo cultural o anticultural, puesto que en lo primero se alude a valores del hombre, en tanto que el segundo se refiere a las manifestaciones atípicas de las personas y que yo, particularmente y sin ánimo de denigrar ni descalificar las sanas esencias de nuestro juego carnavalezco, hemos pretendido resaltar en nuestro trabajo LO CULTURAL Y LO ANTISOCIAL DEL PUNTEO DE LAS CACHUAS EN CABRAL.
"La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés." Antonio Machado
3 cometarios:
caramba yo que sigo tus blogs y tu nisiquiere lees los mios me llamo brayner abrahan gomez baez de la peñuela primo hermano de jorge baez el ex-vice sindico añademe en tu lista de blogs porfi yo tambien soy cabraleño
Totalmente de acuerdo Julio Gomez, por mi parte no veo nada gracioso ni pintoresco ese juego justo al finalizar nuestro carnaval reconozco que son tradiciones que datan de mucho tiempo atras, pero algunos le han incluido otros elementos que a mi enternder son salvaje por llamarlo de algun modo muy lindo todo pero al final ese punteo.
caramba yo que sigo tus blogs y tu nisiquiere lees los mios me llamo brayner abrahan gomez baez de la peñuela primo hermano de jorge baez el ex-vice sindico añademe en tu lista de blogs porfi yo tambien soy cabraleño
julio 03, 2012 1:42 p.m.
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