La
crisis fuerza a Isabel Sierra a regresar a su país tras 17 años en España
Isabel
Sierra, dominicana, de 54 años, muestra el objeto más valioso que meterá en su
maleta de vuelta: un perfume francés, el primer capricho que se permitió en
España.
Por Natalia Junquera
Isabel Sierra, dominicana, llegó a España hace 17
años. Hoy tiene 54 y, contra todos sus planes, va a regresar a su país. “Nunca me lo había planteado, pero ahora
estoy decidida a marcharme. Durante muchos años mandaba 400 euros a mi familia
todos los meses. Esa es la cantidad que gano ahora ayudando a personas mayores
algunas horas. Y tengo que pagar un alquiler de 200, y el agua, y el gas...”,
explica. “Para estar mal aquí, estoy mal
en mi casa. Voy a volver con menos de lo que tenía. Más vieja, y con menos
posibilidades. He dejado aquí los mejores años de mi vida”.
Durante mucho tiempo le fue muy bien. “Recuerdo que llegué un día 2 y el día 4 ya
tenía trabajo. España me ha hecho sentir muy productiva. Trabajaba con personas
mayores, que es un trabajo muy gratificante, y ganaba 1.500 euros al mes. Pero
aquí, cuando pasas de los 45 y además hay crisis, se te cierran todas las
puertas”, prosigue Isabel.
Cree que, además de la edad, le ha perjudicado su
origen. “Yo tengo la nacionalidad
española desde 1999. Pero solo soy española para la estadística. A la hora de
la verdad, sigo siendo una negra, una extranjera. Y el trabajo que el español
no quería ayer y que hacíamos los inmigrantes, exactamente igual que en mi
país, donde los haitianos hacían lo que no querían hacer los dominicanos, ahora
se pelean por él”.
La tasa de paro es mayor entre las mujeres (24,86%
frente al 24,09% de los hombres) y entre los extranjeros (36,95%, 15 puntos
superior a la española). Y a más edad, más difícil encontrar trabajo. Y si baja
la oferta, baja la demanda. España, que llegó a ser el país que más extranjeros
recibía, por detrás de EE UU, perdió 85.941 extranjeros no comunitarios en
2011. Según las proyecciones del INE, dentro de diez años la población española
será inferior a la de ahora, perderá medio millón de habitantes tras un periodo
de intenso crecimiento y en eso tendrán mucho que ver los extranjeros que se
van, sobre todo jóvenes, población activa.
Toda emigración es la historia de un sacrificio.
Quienes abandonan su tierra y su familia lo hacen porque las oportunidades y el
dinero que ganan en otro país se lo compensan. Separarse de la familia es, en
determinados lugares, imprescindible para que la familia viva mejor, gracias a
las remesas. El retorno se produce cuando ese sacrificio deja de valer la pena.
“En septiembre hará cuatro años que me
casé. A mi marido, dominicano, lo vi en tres viajes que hice, de 15 días cada
vez. Mes y medio en total”, explica Isabel. “Lo que me espera en República Dominicana es una familia muy larga”,
añade. Siete de sus 12 hermanos emigraron a España, pero dos han hecho ya el
camino de vuelta por la crisis, ella está a punto, y los demás, si la situación
sigue empeorando, también.
El sueño de Isabel era comprarse una casa. “Pero 17 años después, me vuelvo sin ella”,
lamenta. Sí logró comprar un solar en su país, “pero me lo ocuparon. Una desgracia”, explica. “Pese a todo, no siento que he fracasado porque durante muchos años he
podido ayudar mucho a mi familia, enviándoles dinero a mi madre, a mis
sobrinos...”
Cuando se le pregunta qué es lo más valioso que
meterá en su maleta de estos 17 años en España, responde: “Mi perfume”. Es uno francés que pudo comprarse por primera vez en
España. Una de las primeras cosas que adquirió, no porque la necesitara, sino
porque le apetecía. Un capricho. “Me
costó 8.000 pesetas. Hoy no me lo podría comprar. Ana —una de sus tres
compañeras de piso— quiere que se lo deje en herencia, pero ¡este se viene
conmigo!”.
"La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés." Antonio Machado
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