Yo: de Joaquín Balaguer a Cesar Medina.

César Medina, periodista dominicano. 

Por Yassir Féliz 
chukunaky@gmail.com 


Antes de nacer ya en mi casa se respiraba política. Mi papá era parte de los revolucionarios Corecatos. Nací y crecí cuando la Guerra Fría daba sus últimos aletazos de vida. El primer libro “grande” que leí en mi vida, creo que yo no llegaba a los 6 años de edad, fue el libro “El PLD en la coyuntura histórica” escrito por Aristófanes Urbáez y Mario Méndez. Antes de los 9 años ya había leído cientos de libros, periódicos y revistas de tendencias izquierdistas que mi papá coleccionaba y guardaba en cajas de nuestra vieja casa en Polo.

Mis tíos y abuelos paternos eran personas muy alejadas de la política. En cambio mi familia materna era un centro de conspiración antibalaguerista y pro revolucionaria. Estos últimos eran perredeistas. Mi padre no. Mi padre dio el paso de la izquierda al PLD. Como ven, mis influencias antibalagueristas, anti-imperialistas, proizquierdista y proCuba fueron inculcadas unas y otras adquiridas por las lecturas a las que de manera voluntaria me sometía.

Crecí odiando a Joaquín Balaguer. Incrementé mi odio no solo por lo leído o escuchado sobre la feroz represión de los 12 famosos años, si no porque en para finales de los 80´s el PLD tenía que hacer sus a puertas cerradas, pues los reformistas brechaban tratando de escuchar lo que se comentaba allí para luego salir a chivatear y/o apresar a los participantes de esas reuniones.

En una ocasión mi padre, entonces joven profesor de escuela básica y Secretario General del PLD, se lo llevaron preso luego de participar en una de esas reuniones en Polo. Al día siguiente, mi padre fue trasladado preso para Barahona. No viví ese momento, pero si me cuentan que el policía que traslada a mi papá tenía instrucciones expresas de desmontarlo en La Esquina Caliente de Cabral para pasarlo esposado por todo la calle principal de hasta llegar al destacamento policial y de ahí montarlo nuevamente en otro vehículo para llevarlo al Juzgado de Paz de Barahona. Cuando el policía iba con mi papá, pasaron frente a la casa-colmado de don Bolívar González, alto dirigente del partido reformista y un Balaguerista de pasión, que al ver la acción paró en seco al policía, y con la autoridad moral y política que poseía, le dijo que mi papá no era un joven que merecía ese trato, Ahí mismo montó a mi papá y al policía en una guagua con destino a Barahona, salvando de la burla pública a mi padre. ¡Qué bueno que superamos esos tiempos!.

Ese tipo de acciones, tal y como dije, incrementaron mi resentimiento a Balaguer. Ya en la adolescencia yo decía que el día que muriera Balaguer iba a hacer una fiesta y me iba a dar el jumo de mi vida. ¡Y desgraciadamente la suerte estuvo de mi lado!.

Resulta que el día que muere Balaguer, en el año 2002, yo estaba en el cumpleaños de mi amigo el doctor en medicina Neruda Féliz allá en El Naranjo en la piscina de don Bolívar González. ¡Coincidencias de la vida!. Todo el que ha ido a un cumpleaños de Neruda sabe que ahí no falta nada: comida, romo, camas y dextrosas para borrachos y vehículos para transportar a cualquiera que necesite una emergencia. Estando dentro de la piscina escuché por la radio la noticia de que Balaguer había fallecido. A seguidas busqué un litro de Brugal extra viejo, de un solo trago me bebí medio pote y dije “Ay qué bueno. No es que murió. Es que nunca debió nacer ese maldito”. Esa noche terminé, junto a otros amigos, en una de las discotecas de Cabral bebiendo como que si el mundo se acabara la mañana siguiente. Caramba, ¡qué asqueroso fui!. Aún me pregunto cómo la juventud o el odio me hicieron reaccionar así ante un gigante de las letras, de la política y de la historia. ¡Balaguer me derrotó!

El doctor Balaguer fue un hombre con luces y sombras. Aún guardo cierto tipo de diferencias con él, pero no reconocer lo que fue y su importancia de referencia política para el presente y futuro, es ser un enano mental y un mezquino. 

Hoy veo que muchos se expresan, siendo jóvenes y otros no tan jóvenes, con ese nivel mismo odio y resentimiento hacia la figura de César Medina, periodista que esté usted de acuerdo o no con él y con su forma, es una referencia de la más alta calidad del periodismo dominicano. Un entrevistador como ninguno en el país y un columnista cuyas escrituras diarias “fuera de cámara” no son artículos, son joyas literarias cuasi orgásmicas. Sus épicos debates con Hatuey Decamps, Juan Bolívar Díaz, Andrés L. Mateo, entre otros, son de antología.

El cáncer que César Medina dijo que posee puede llevarlo a la muerte, pero sus insuperables dotes de entrevistador y su excelsa pluma seguirá siendo un marco de referencia del periodismo del más alto nivel del país. ¡Ave César!
 “La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch

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