La despedida de mi padrino Claudio de Jesús Féliz.
Por Yassir Féliz
El pasillo era luminoso. La habitación del hospital en
que aguardaba era oscura y triste. Al entrar, la siempre sonriente cara de
Gladys, su eterna compañera y enamorada, brindó un poco de la paz que pensamos
no existía allí.
El sonido de una tos muy brusca y el “tic tic” del
monitor cardíaco, cuyo sonido lento o acelerado indicaba que tan lejos de la
vida y cerca de la muerte se encontraba, nos apesadumbró.
“Bendición padrino”
le dije. Él intentó, con poco aliento y con la mirada perdida, responder el
saludo. Y dentro de lo que cabía, lo hizo. Lo mismo hicieron mi compadre, mi tío
y mi hermano. Mi padrino respondió los saludos de todos, sin embargo solo reconoció
a mi tío Moisés. “Eres mi primo” le
dijo.
Mi padrino tenía unos años en un proceso de diálisis que
se le había complicado por una infección en una fístula. Eso provocó que una
bacteria se le alojara en el cerebro provocándole todo tipo de complicaciones y
alucinaciones. “Ha llamado a todos sus
muerto” nos dijo Gladys, “pero
gracias a Dios va mejorando. Hasta ayer no conocía a nadie, pero ya ven.
Conoció a Moisés.” siguió diciéndonos su “eterno amor”.
Seguimos insistiendo con mi padrino hasta que al fin pudo
reconocernos a todos. “Yo soy el padrino
de ustedes dos. Yo los bauticé a los tres” nos dijo refiriéndose a mi
hermano Malvin, a mí y a mi ausente hermana Walkidea. Recordé inmediatamente
cuando a principios del año 1990, él nos bautizó en la Iglesia Católica y a al
salir de la misma nos hizo un regalo de RD$20.00. El rememorar ese cuento provocó
una leve risa en todos. “Un dineral para
esa época” le dijo el compadre Paén, mientras yo le dije “si usted padrino ha podido recordar eso,
tendremos padrino para ratos”.
Me alejé de la cama por un segundo para llamar a mi madre
y decirle cómo seguía mi padrino Claudio. Él, dentro de su cuadro, me vio
hablar por teléfono y en sus ojos pude notar que quería saber con quién era. “Mi padrino, mami Orquídea la manda saludos y
dice que usted es un trinquete de hombre” le dije. Me asintió con su cabeza como devolviendo el
saludo.
Seguimos recordando momentos de vivos en un espacio
reservado para los cuasi-muertos. La habitación había resplandecido un poco con
el aura de las conversaciones y los buenos momentos recordados. En verdad,
creímos que estaba mejorando. Y era casi la verdad.
Llegó el momento de despedirse y todos lo hicieron. Yo me
despedí como siempre, con el “bendición padrino” y el semi ladeo con intención
para ponerme de rodillas. Él me respondió a su manera con algo que yo entendí
era “Dios me lo bendiga.
Al dar la espalda a mi padrino para dirigirme a la
salida, sucedió algo que jamás en mi vida olvidaré. Sentí que algo tan frio
como el hielo me presionó el brazo. Al dar la vuelta vi que era la mano de mi
padrino. Al mirarlo a los ojos, puede
ver sus pupilas grises, como ese gris de luto, y me asusté. Mi padrino buscó mi
mano hasta encontrarla con la suya y la apretó mientras miraba fijamente a mis
ojos. Me haló hacia él, hacia su oído y me dijo “mi ahijado, yo lo estimo mucho”.
Mis ojos se inundaron de lágrimas sin sollozar. Salí sin
decir nada. El pensamiento se me había nublado y la lengua se me había trabado.
Nunca pensé que esas profundas palabras y miradas fueran las últimas que mi
padrino me diera, pues unas semanas después, su corazón dejó de latir para
siempre, y murió.
Luego, en su entierro, vi a todo un pueblo rendir tributo
hacia un hombre que sí lo merecía. El respeto que imprimió mi padrino en vida, fue el
mismo mostrado a ambos lados de las calles del pueblo en su muerte.
No puede despedirme de él, porque como dije antes, no
supe que decir cuando le escuché con sus últimas palabras hacia mí; más espero
que Dios me dé la oportunidad para que en la vida que existe fuera de esta,
encontrarme con él y decirle con mucha satisfacción: “Mi padrino, también lo estimo, lo quiero y admiro mucho”.
“La verdad no es un artículo que se compra y se vende con beneficios” Juan Bosch
1 cometarios:
ESTE BLOG YA SE JODIO ...CUA CUA CUA..CON T
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