A nuestros seres queridos hay que amarlos con los cinco sentidos.
Por Gabriel Gómez Féliz
En mi niñez, desde que tenía uso de razón siempre quise tener una bicicleta; era mi mayor anhelo, mi mayor ilusión. La verdad que muy seguro estoy que ese sueño no era solo mío, que muchos niños de mi generación también les hacia muy feliz.
Ese sueño nunca se me dio, nunca se me hizo realidad, puesto que mis padres no tenían la manera, no tenían los recursos suficientes para darme esa felicidad. Imagino que de alguna manera mis padres querrían comprármela, pero no podían. Sin embargo otros juguetes si me llegaron a comprar los cuales estaban al alcance de sus bolsillos si estaban.
Recuerdo que en varias ocasiones me regalaban para el DIA de reyes una pistola de mito, una pistola de agua y hasta un bate y una pelota de plástico; que feliz me sentía con esos pequeños y humildes regalos, que salían del corazón de mis padres, que eran comprados y regalados con todo el amor y que al igual que a mis hermanas nos dejaban ese presente, a veces sin poder, solo para que nuestra niñez nos sea real.
Todos saben de la ilusión que tenemos cuando niño y que cuando llega el DIA de reyes nos encontramos con un regalo, que aunque no es lo que en realidad deseamos, aun así nuestra felicidad es inocultable y más aun con un juguete que sabemos que con mucho sacrificio viene de nuestros padres. De modo pues que aunque yo nunca pude tener una bicicleta, me sentía feliz con los pocos juguetes que de mis padres venían.
Me prometí, como todos o la mayoría de los seres humanos a que cuan do tenga mis hijos les daría o al menos trataría de darle todo lo que yo nunca pude tener y que en su momento me daría felicidad.
Tengo una hija de nueve (9) años y cuando cumplió los 4 años le compré una bicicleta y la vi ser feliz a su edad, aunque tengo que reconocer que mas feliz me sentí yo al verla feliz a ella sujetando la bicicleta, el juguete que tanto soñé y que nuca pude tener.
De todos estos años, sin embargo he aprendido, a que hay algo mas importante que esos regalos de reyes que le damos a nuestros hijos y que me duele decirlo pero con las precariedades que mis padres tenían cuando yo era niño y se que si hubiesen tenido la posibilidad me habrían comprado incluso las estrellas; ellos podían darme algo que ahora se me hace difícil y me hace llorar de vez en cuando, porque como no me lo enseñaron se me complica decírselo y es poder decirles TE QUIERO, TE AMO, PADRE MIO YO LO QUIERO, MADRE MIA YO LA AMO.
Nuestros padres lamentablemente no nos enseñaron a querernos con los cinco sentidos; tan solo con el sentido de la vista, porque vemos como dan la vida por nosotros, como hacen todo lo habido y por haber para que no nos falte de nada y eso lo vemos y como que Dios esta el cielo, es así. Lo que mas me duele de todo es que lo sienten; sienten amarnos con el alma, con todo el corazón, pero no nos enseñan a demostrarlo con el tacto, no nos enseñan a decírnoslo y eso duele, porque el amor es demostración.
Un gesto dice más que mil palabras, pero cuando se trata del amor, además de la demostración las palabras son muy importantes. De eso he aprendido y a mi hija desde pequeñita siempre se lo he enseñado, no como lección, sino diciéndoselo siempre y haciendo que me lo diga, como algo normal, como algo habitual, porque es algo que se siente y se siente de verdad, con el alma y el corazón, de manera que porque entonces no decirlo siempre.
No esperemos estar en el lecho de muerte, ni esperar que nuestros padres o las personas que queremos estén también en el lecho de muerte para poder decirle lo mucho que los queremos; no esperemos que mueran y luego en el trayecto a su morada eterna sentirnos regocijados porque los demás con sus ojos pueden ver nuestro amor demostrado en grandes y pomposos arreglos florales adornando la amargura, el dolor y el vacío de amor que llevan por dentro, por no podérselos demostrar en vida. No solo dándole todo lo que pueden necesitar en vida materialmente hablando, sino también con el afecto, con nuestros abrazos y mimos, con nuestra atención, con las palabras.
Que felices podemos ver a nuestros abuelos, a nuestros padres, a nuestros seres queridos cuando le decimos TE QUIERO, TE AMO, su corazón tiembla de alegría y eso no lo debemos olvidar nunca. La felicidad la podemos conseguir con lo que a veces creemos que son pequeñas cosas y que a la larga son muy grandes, porque llenan lo que no podemos llenar con cosas banales, sino con mucho amor.
"La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés." Antonio Machado
2 cometarios:
Gavi,,, esto que expresas es una replica de lo que vivimos muchos jovenes de nyestra generación. Tuvimos padres exquisitos pero sin ese toque cariñoso que vale más que cualquier regalo. Hago lo propio con mis hijos en el sentido de demostrar y decirle todo y cuánto los quiero. Tu y yo nos criamos en hogares diferentes, pero con iguales inhibiciones de afectos verbales,
Muy buen comentario; y felicidades por tener el coraje de publicarlo; por lo menos sientete orgullo de que tus padres aun no pudiendo, con muchos sacrificios te compraban una pistolita de mito. Sientete orgulloso de que esos padres aun con sacrificios te dieron lo mejor que puede dar unos padres a sus hijos; Honestidad, respeto, integridad.
Y nunca robaron o te mandaron a robarles a sus vecinos u a otro cabraleno las eas cosas que tu anhelabas y que ellos no te podian dar. Sientete orgulloso de que esos padres jamas aceptaron que tu robaras para obtener esa bicicleta. Por so hoy te felicito por tu honradez y traspazales a tu hija esa honestidad para qu coseches en el manana lo mismo que tu estas cosechando hoy por ese gran sacrificio de tus padres...
Por el bien de tu hija y su futuro y por por un cabral mejor fuera de robos, asaltos, cuatrerismos, delincuentes y narcos....
Felicidades mil. Estas son los comentarios que me gustaria leer.. Ya que solo pasan basuras.
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