El desfile en pleno parque y avenida Duarte.
Por: Werner Darío Féliz
Estuve en las calles de Cabral, este sábado 23 de Abril 2011, durante la celebracion del Carnaval disfrutando como un Cachúa. Me dispuse a disfrutar de este, nuestro ya maduro desfile y para ello me dejé absorber por nuestra población, la que imprimió una maravillosa sensación de integración y amor por su cultura, que traspasa pobreza. Allí, ese pueblo fue a que su carne sea libre, en una explosión de pasión autóctona e identidad local, que tiene en Las Cachúas su más grande expresión de libertad.
Allí quedé ingratamente impresionado. Resalto el infructuoso esfuerzo de los miembros del Comité Organizador, unos policías nativos de recién ingreso, la Policía Municipal, representantes de la Diáspora Cabraleña y algunas personas independientes, todas tratando de imponer el orden. ¿Pero como se podía coordinar el orden con instituciones y personas tan disimiles? Es difícil. Por una esquina, por la otra, un fuete allí, una macana allá, una valla humana, niños en el centro… Todo un desorden mayúsculo. Lo peor de ese desordenado desfile es que no existió ningún tipo de respeto por la gente.
Muchos Cabraleños Ausentes y Presentes, aun a sabiendas de la prohibición de no transitar por la vía del desfile después de la esquina del parque, penetraban al sitio, se pavoneaban, oteaban y con petulancia, se enfrentaban a todo aquel que les pretendía detener, asquerosos y estúpidos comparones habidos de reconocimiento público y poder particular o no se que cosa. Vi a Máximo “Estrella” empujar a un joven policía y el pobre recluta se quedó impávido ante la arrogancia absurda de este lerdo.
A lo lejos se veía un valladar humano, principalmente frente al jurado, que impedía el movimiento normal de las “Carrosas” y Comparsas. Un inmenso reguero de gente en el medio con camaritas y camarotas filmadoras y fotográficas, celulares y otros implementos, todos mesclados: aficionados, público, periodistas, organizadores. Era un amasijo desordenado que tornaba el espectáculo completamente deprimente. Y es que cualquiera entiende que puede meterse allí con sus aparatos a captar fotografías e imágenes en movimiento, pulular en el medio, gozarse y mofarse del pueblo que los mira. Este “tapón” hacía imposible la fluidez y el buen espectáculo y tornó al desfile monótono, cansón, simple, inservible, desastroso, aun más de lo que era. Estos hacían caso omiso al llamado del presentador para que se despejara el área.
Las “Carrosas” y Comparsas no podían estar más acorde con este desorden. Y es que nuestros desfiles no son en realidad carnavales, sino unas muy malas representaciones callejeras de las actividades seculares, hechos, actuaciones y elementos históricos del pueblo de Cabral y cuando se trata de innovar con fantasía resulta ser completamente deprimente y triste. Las llamadas carrosas no poseen ningún colorido: camiones en el hierro, sin adornos adecuados y suficientes, vehículos sin ningún tipo de decoración, sucios, algo horrible, que denota una absoluta pobreza.
Las miserables comparsas son un espectáculo patético y penoso. No entiendo porqué no se busca lograr mejores representaciones de procesos históricos: allí se trató de encarnar los bomberos, idea adecuada como reivindicación histórica, pero por Dios, a tratar de personificarlos con dignidad, no una horripilante representación sin sentido de la iglesia y de viviendas de yagua: carajo, nuestras casas eran de tejamanil y tablas de palma y considerar que esa comparsa ganó el primer lugar.
Allí pululaban las representaciones campesinas, de la laguna y otras que solamente se dedicaban a bailar, pero sin ningún tipo de fantasía, coreografía o mensajes. Observé a un enfermo en una camilla y todavía no comprendo que pretendía proyectar y me topé con un reguero de gente sobre la cola de un camión disque de fusión cultural, pero sin colorido, adorno ni nada. Y que decir de la comparsa esa de los hombre-mujeres.
Salvaron la situación esas maravillosas cien cachuitas de Edison Féliz (Fellito), los inigualables y emblemáticos indios de Eduardo Suárez (Gualler) (aunque esas enaguar de saco deberían ser sometidas a un proceso de cambios), así como las comparsas foráneas: roba la gallina en fantasía, pintaos y otros. Me quedé esperando el carnaval: las fiestas, las sátiras, las críticas, el momentum histórico de abril, la fantasía, la realidad social, a Cabral, a ese pueblo excelso que por 36 años ha mantenido su desfile.
Se notaba un desfile pobre, miserable, propio de un pueblo con tal naturaleza. ¿Pero es en realidad un pueblo con tales condiciones? Bueno, con tantos vehículos nuevos pululando en todo el pueblo, individuos millonarios que nos enrostran con costosos vehículos su fortuna, altos funcionarios públicos en posiciones importantes en el Estado, empresarios, legisladores, comerciantes y otros, algo de riquezas tendremos.
Oh nuestro Cabral. ¿Cuándo veré que Mariíta y su almacén patrocinen una comparsa? O Bélgica y su tienda de variedades, Alexis banca, el Jangueo, y otros comercios o los propietarios de esas flamantes discotecas: esos nos exprimen, sacan el jugo económico del cabraleño y no devuelven un solo centavo en provecho de su cultura. Y que decir de los inmensos recursos que obtienen de estas fiestas. Y es que si bien siempre ha existido buen ánimo ¿Realmente se prepara Cabral para esas festividades? El ayuntamiento se pasa la vida improvisando y solo pocos días antes aportan recursos ¡y nunca tiene dinero! ¿Qué podrían crear los comparceros sin dinero? Nada, y mucho menos cuando el Comité se crea faltando uno, dos o tres meses para las fiestas.
Hay que resaltar el esfuerzo de la Diáspora Cabraleña con su Comité Internacional: esos muchachos se reunieron, hicieron fiestas pro recaudación de fondos, llevaron t-shirt, stickers alusivos a Las Cachúas, fueron a emisoras, llenaron las paginas web y blog de mensajes sobre el evento y se disfrazaron. Caramba Diáspora ¡felicidades! Ojalá el próximo año se repita.
Siempre he apostado y así lo he manifestado, que el Comité Organizador debe ser creado de forma permanente, con operatividad y dirección desde el ayuntamiento, regido por estatutos, y miembros cuya permanencia sea por dos (2) años. Con fondos mensuales fijos destinados a esas fiestas, depositados en una cuenta particular. Todo ese engranaje debe ser acompañado de promociones, apoyo de los comerciantes del pueblo, la Diáspora Cabraleña y todo aquel que pueda. Ser seguido de movimientos educativos en las escuelas, cursos y charlas sobre los elementos de carnaval ¡todo el año!.
Bueno, cabraleños, decía algún escritor que el primer paso a la grandeza es reconocer sus propios errores y como dicha aceptación nos permite corregirlos, aceptemos pues que tuvimos una verdadera porquería de desfile y eso nos hará reflexionar sobre ello y optimizarlo en los próximos años.
Preservemos nuestra cultura, que es patrimonio del pueblo Cabral y de la República Dominicana.
"Siempre digo la verdad, incluso cuando hablo mentiras"
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