Como siempre he tenido amor por la lectura bíblica cada día me doy cuenta lo práctica que es la Biblia a un en este tiempo moderno, un libro escrito hace tanto tiempo, aunque no practique del todo lo que en ella aprendo.
En mi última lectura bíblica he descubierto cuanto valoraba y apreciaba a la mujer el sabio rey Salomón, de ahí que podemos deducir el porque de su proliferación por las damiselas el cual llego hacer dueño de cientos de ellas en su Reino.
Plasmo aquí para ustedes mi última lectura, expresión de amor que escribiera el antiguo rey sabio en uno de sus libros bíblicos a una de sus damiselas.
“¡Mira! Eres hermosa, oh compañera mía. Tus ojos son de palomas, detrás de tu velo. Tu cabellera es como hato de cabras que han bajado saltando de la región montañosa de Galaad.
Tus dientes son como hato de ovejas recién esquiladas que han subido del lavado, todas las cuales paren gemelos, sin que ninguna entre ellas haya perdido sus crías.
Tus labios son justamente como un hilo escarlata, y tu hablar es ameno. Como gajo de granada son tus sienes detrás de tu velo.
Tu cuello es como la torre de David, edificada en series de piedras, en la cual están colgados mil escudos, todos los escudos circulares de los hombres poderosos.
Tus dos pechos son como dos crías, gemelos de gacela, que están apacentándose entre los lirios.”
“Eres del todo hermosa, oh compañera mía, y no hay defecto en ti.
Conmigo desde el Líbano, oh novia mia, conmigo desde el Líbano dígnate venir. Dígnate descender desde la cima del Antilíbano, desde los albergues de los leones, desde las montañas de los leopardos.
Has hecho latir mi corazón, oh hermana mía, novia mía, has hecho latir mi corazón con uno de tus ojos, con un colgante de tu collar.
¡Qué hermosas son tus expresiones de cariño, oh hermana mía, novia mía! ¡Cuánto mejores son tus expresiones de cariño que el vino, y la fragancia de tus aceites que toda suerte de perfume!
Tus labios siguen goteando miel del panal, oh novia mía. Leche y miel hay debajo de tu lengua, y la fragancia de tus prendas de vestir es como la fragancia del Líbano.
Un jardín cerrado con barras es mi hermana, mi novia, un jardín cerrado con barras, un manantial sellado.
Tu piel es un paraíso de granadas, con los frutos más selectos, alheñas junto con nardos; nardo y azafrán, caña aromática y canela, junto con toda suerte de árboles de olíbano, mirra y áloes, junto con todos los perfumes más finos y un manantial de jardines, un pozo de agua dulce, y arroyos que fluyen suavemente del Líbano.
Despierta, oh viento del norte, y entra, oh viento del sur. Respira sobre mi jardín. Fluyan suavemente sus perfumes.
Eres hermosa, oh compañera mía, como Ciudad Placentera, grata a la vista como Jerusalén, imponente como compañías reunidas en torno de pendones.
Aparta tus ojos de enfrente de mí, porque ellos mismos me han alarmado. Puede haber sesenta reinas, y ochenta concubinas, y doncellas sin número. Una sola hay que es mi paloma, mi inculpable. Una sola hay que pertenece a su madre. Es la pura de aquella que la dio a luz.
Las hijas la han visto, y procedieron a pronunciarla feliz; reinas y concubinas, y procedieron a alabarla:
¿Quién es esta mujer que está mirando hacia abajo como el alba, hermosa como la luna llena, pura como el sol relumbrante, imponente como compañías reunidas en torno de pendones?’.
¡Qué hermosos han llegado a ser tus pasos en tus sandalias, oh hija dispuesta! Las curvaturas de tus caderas son como adornos, la obra de manos de artífice.
El derredor de tu ombligo es un tazón redondo. No falte en él el vino mezclado. Tu vientre es un montón de trigo, cercado de lirios.
Tus dos pechos son como dos crías, gemelas de gacela.
Tu cuello es como torre de marfil. Tus ojos son como los estanques de Hesbón, junto a la puerta de Bat-rabim.
Tu nariz es como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
Tu cabeza sobre ti es como el Carmelo, y la melena de tu cabeza es como lana teñida de púrpura rojiza. El rey se halla atado por las ondulaciones.
¡Qué hermosa eres, y qué agradable eres, oh amada, entre deleites exquisitos! Esta estatura tuya de veras se parece a una palmera, y tus pechos a racimos de dátiles.
Subiré a la palmera, para poder asirme de sus tallos frutales de dátiles’. Y, por favor, háganse tus pechos como racimos de la vid, y la fragancia de tu nariz como manzanas, y tu paladar como el mejor vino que va bajando con suavidad para mi amada, que fluye dulcemente sobre los labios de los durmientes.”
NOTA: Tomado del libro bíblico EL CANTAR DE LOS CANTARES escrito por el sabio Rey Salomón
En mi última lectura bíblica he descubierto cuanto valoraba y apreciaba a la mujer el sabio rey Salomón, de ahí que podemos deducir el porque de su proliferación por las damiselas el cual llego hacer dueño de cientos de ellas en su Reino.
Plasmo aquí para ustedes mi última lectura, expresión de amor que escribiera el antiguo rey sabio en uno de sus libros bíblicos a una de sus damiselas.
“¡Mira! Eres hermosa, oh compañera mía. Tus ojos son de palomas, detrás de tu velo. Tu cabellera es como hato de cabras que han bajado saltando de la región montañosa de Galaad.
Tus dientes son como hato de ovejas recién esquiladas que han subido del lavado, todas las cuales paren gemelos, sin que ninguna entre ellas haya perdido sus crías.
Tus labios son justamente como un hilo escarlata, y tu hablar es ameno. Como gajo de granada son tus sienes detrás de tu velo.
Tu cuello es como la torre de David, edificada en series de piedras, en la cual están colgados mil escudos, todos los escudos circulares de los hombres poderosos.
Tus dos pechos son como dos crías, gemelos de gacela, que están apacentándose entre los lirios.”
“Eres del todo hermosa, oh compañera mía, y no hay defecto en ti.
Conmigo desde el Líbano, oh novia mia, conmigo desde el Líbano dígnate venir. Dígnate descender desde la cima del Antilíbano, desde los albergues de los leones, desde las montañas de los leopardos.
Has hecho latir mi corazón, oh hermana mía, novia mía, has hecho latir mi corazón con uno de tus ojos, con un colgante de tu collar.
¡Qué hermosas son tus expresiones de cariño, oh hermana mía, novia mía! ¡Cuánto mejores son tus expresiones de cariño que el vino, y la fragancia de tus aceites que toda suerte de perfume!
Tus labios siguen goteando miel del panal, oh novia mía. Leche y miel hay debajo de tu lengua, y la fragancia de tus prendas de vestir es como la fragancia del Líbano.
Un jardín cerrado con barras es mi hermana, mi novia, un jardín cerrado con barras, un manantial sellado.
Tu piel es un paraíso de granadas, con los frutos más selectos, alheñas junto con nardos; nardo y azafrán, caña aromática y canela, junto con toda suerte de árboles de olíbano, mirra y áloes, junto con todos los perfumes más finos y un manantial de jardines, un pozo de agua dulce, y arroyos que fluyen suavemente del Líbano.
Despierta, oh viento del norte, y entra, oh viento del sur. Respira sobre mi jardín. Fluyan suavemente sus perfumes.
Eres hermosa, oh compañera mía, como Ciudad Placentera, grata a la vista como Jerusalén, imponente como compañías reunidas en torno de pendones.
Aparta tus ojos de enfrente de mí, porque ellos mismos me han alarmado. Puede haber sesenta reinas, y ochenta concubinas, y doncellas sin número. Una sola hay que es mi paloma, mi inculpable. Una sola hay que pertenece a su madre. Es la pura de aquella que la dio a luz.
Las hijas la han visto, y procedieron a pronunciarla feliz; reinas y concubinas, y procedieron a alabarla:
¿Quién es esta mujer que está mirando hacia abajo como el alba, hermosa como la luna llena, pura como el sol relumbrante, imponente como compañías reunidas en torno de pendones?’.
¡Qué hermosos han llegado a ser tus pasos en tus sandalias, oh hija dispuesta! Las curvaturas de tus caderas son como adornos, la obra de manos de artífice.
El derredor de tu ombligo es un tazón redondo. No falte en él el vino mezclado. Tu vientre es un montón de trigo, cercado de lirios.
Tus dos pechos son como dos crías, gemelas de gacela.
Tu cuello es como torre de marfil. Tus ojos son como los estanques de Hesbón, junto a la puerta de Bat-rabim.
Tu nariz es como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
Tu cabeza sobre ti es como el Carmelo, y la melena de tu cabeza es como lana teñida de púrpura rojiza. El rey se halla atado por las ondulaciones.
¡Qué hermosa eres, y qué agradable eres, oh amada, entre deleites exquisitos! Esta estatura tuya de veras se parece a una palmera, y tus pechos a racimos de dátiles.
Subiré a la palmera, para poder asirme de sus tallos frutales de dátiles’. Y, por favor, háganse tus pechos como racimos de la vid, y la fragancia de tu nariz como manzanas, y tu paladar como el mejor vino que va bajando con suavidad para mi amada, que fluye dulcemente sobre los labios de los durmientes.”
NOTA: Tomado del libro bíblico EL CANTAR DE LOS CANTARES escrito por el sabio Rey Salomón
"Siempre digo la verdad, incluso cuando hablo mentiras"
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