Salvar Almas o Exprimir los Cuerpos y Afectarles sus Ingresos sobre la Base de la Satisfacción Espiritual

Por Werner Darío Féliz

En días pasados estuve de visita en Cabral, fue una estancia corta, pero muy fructífera, pues pude recorrer, detrás de la cola de un motor, o al frente de él, nuestros barrios, calles ríos, balnearios y compartí con unos jóvenes en La Peñuela, con los que jugamos unos cuantos partidos de baloncesto. Me llamó la atención no solo la derruida cancha –le falta un tablero con su aro- sino que los jóvenes, cinco de ellos, y otros que estaban en espera en las gradas, ninguno tenían tenis: jugaban descalzos.

Al fondo de la cancha había una iglesia evangélica y en un momento supe que muchos de esos jóvenes eran cristianos pentecostales. En eso pasó un pastor, no se quien, en un motor Honda 70, que se dirigía a alguna casa u otra iglesia, lo que fue señalado por alguien, no se por qué: entonces me enteré que en ese expandido barrio de La Peñuela arriba había varias congregaciones de esa denominación, algunas con estructuras y membresías realmente interesantes. Recibí posteriormente los detalles sobre lo expandido de las iglesias en todo Cabral.

Más de 35 templos cristianos pentecostales pueblan nuestros barrios, todos abarrotados de feligreses completamente abrazados a la religión y el seguimiento de Jesús, con una característica fundamental de que están integrados por una mayoría de jóvenes, muchachos menores y mayores de edad, muchos de los cuales no llegan a los 30 años. A ellos se les puede ver, orgullosos y altivos, biblias en manos, con su correspondiente protector, recorrer las calles rumbo a sus respectivas congregaciones, o simplemente haciendo vida común, como pude contemplar algunos de ellos, una noche, al final de la calle 16 de agosto.

Es indudable que es loable y significativo el trabajo social-religioso-espiritual que realizan están congregaciones. Ellas, con el influjo aglutinador, aleccionador, moralizador, buenas costumbres y la búsqueda de una vida sana, contribuyen a la formulación de una sociedad con comportamientos correctos, apegados a los principios cristianos y también, a las buenas costumbres y la convivencia social. Aunque caigamos en la especulación, hay que considerar que tales iglesias evitan mayores niveles de desasosiego social y familiar.

No quisiera hacer cálculos herrados, pero tengo la percepción que el número de feligreses puede alcanzar más del 15 por ciento de la población o más (podrán los pastores corregir el dato especulado) lo que puede representar unos 3,000 cristianos protestantes, lo que nos lleva a considerar que en cada templo asisten un promedio de entre 60 y 80 miembros, pocos más, pocos menos.

La proyección de este número de feligreses debe impactar en la comunidad en todos los órdenes, incluyendo en las familias y los elementos que componen la cultura del pueblo. Como muchas expresiones culturales constituyen para ellos “satanismo”, de allí una explicación a cierta merma en la inclusión de los jóvenes en tales expresiones.

Escribí en mi trabajo “Historia del Pueblo de Cabral” mi percepción personal sobre el aporte esencial a la sociedad de estas religiones, fuera del ámbito cristiano y concluí que: “dichas denominaciones carecen de programas religiosos, culturales, deportivos y sociales dirigidos de lo interno hacia lo externo. Esquemas en los que participen jóvenes de la comunidad en general, que redunde en una mayor pluralidad de acciones. Al no tener programas culturales y deportivos, las mismas no generan aportes significativos en estos géneros, dando lugar a la apatía a estas modalidades en los grupos dentro y fuera de la organización”.

En otras palabras, ellos se dedican a “salvar almas” y se olvidan de los espacios terrenales, viven en “otro mundo” pues no mantienen relaciones sociales y aglutinadoras con “gentes del mundo”, “impíos” o “inconversos”. De allí que me alarmé, aunque no me extrañó, cuando un buen amigo, a mi pregunta sobre su hijo y su práctica deportiva, me contestó que “allí se metió a evangélico y el pastor le aconsejó que dejara eso” y el pobre e indefenso muchacho se alejó del béisbol. Peor aun, no permitía que su padre vea películas que él consideraba “satánicas”, pues su reproductor de DVD estaba “ungido”. Tal vez estos sean extremos, pero son un ejemplo del tipo de influencias que pueden ejercer estos espacios sociales de connotación dogmática.

Lo que más me sorprendió no fue solo el número de templos, sino la asombrosa cantidad de concilios existentes en el pueblo, unos cinco o seis de ellos fundados y con sedes allí. Algunos son encabezados por personas que eran miembros de otras organizaciones internacionales, pero sorprende que muchos hayan sido fundados por disidentes de los mismos concilios instituidos en el pueblo. Tal parece que todo aquel que disienta de los criterios del pastor, presidente o del concilio mismo, sea foráneo o local, se siente en la capacidad de ser auto conductor de almas de forma independiente, sin que nadie lo regule ni lo supervise, solo Dios. Debo confesar que no conozco otras realidades, pero dudo mucho que tal cantidad de concilios propios existan en otros pueblos.

No entiendo, no comprendo, por más espiritual o terrenal que sea, por qué existen tantos concilios o por qué existen tantos concilios Cabraleños. Acaso muchas de las iglesias están tan plagadas de intolerancia que sus “pastores” no aceptan disidencias, o acaso la emigración o plegamiento hacia concilios internacionales no es aceptada y hay que crear espacios propios, o es que los niveles de adoración son incompatibles entre las mismas iglesias Evangélicas Pentecostales.

Una característica me llamó la atención: en el centro del pueblo no existen templos pentecostales. De hecho los más cercanos son los ubicados en la Gastón F. Deligne y en la San Andrés (no se como no se ha propiciado cambiar el nombre a esta calle, pues es de un santo católico): la gran mayoría se centra en los barrios del pueblo, por cierto con altos niveles de pobreza. He tratado de buscar alguna explicación a esta particularidad.

La realidad espiritual es que hay que dirigir el cristianismo-pentecostal a la masificación de los barrios, pues allí están las almas. Pero, dada las condiciones de tantos y tantos templos… y concilios, no quisiera pensar que algunos juegan con la necesidad y que en realidad se trata de todo un sistema de explotación económica sobre la base de la desigualdad, el conformismo, la realidad social y la esperanza. Tal explotación podría ser descartada por la propia necesidad y la dinámica de la gente del pueblo que integra algunas de esas congregaciones, sin embargo, la pobreza colectiva en realidad no existe, sino la personal, o acaso ¿no alimentó Jesús a toda una multitud con lo poco que obtuvo de aquellos que algo tenían?.

En otras palabras, una persona de medianos recursos suple, pero más suplen cinco personas con pocos recursos, de allí que los pobres del pueblo, con sus aportes, nimios y personalmente insignificantes, como se aglutinan en torno a un “alfolí” común, se convierten en abundantes. Pero no solo el elemento material es importante, existen otros factores, como el social y el político.

En lo personal entiendo que debe generar una profunda idea de poderío para algunos controlar masas de hombres, mujeres y niños, las cuales se pueden dirigir al antojo del pastor de que se trate, en cualquier plano de la vida civil, o redirigirlas para sin ambages, ponerlas a trabajar la tierra, hacer alguna donación, alguna kermesse con alimentos, comercializar dulces, ropas o cualquier objeto para la causa del concilio. Acaso ¿La pobreza de los habitantes de nuestros barrios impedirá que cumplan con las obligaciones y requerimientos económicos de muchas de estas congregaciones? ¿O se redirigen los recursos obtenidos en todas las actividades a resolver problemas de la colectividad? Estoy seguro que en la mayoría no.

Después de lo antes expuesto quiero finalizar diciendo que para muchos, no se trata de salvar almas, sino de exprimir los cuerpos, afectarles sus finanzas, sus ingresos, sobre la base de la satisfacción espiritual, el “Dios proveerá”, el “Dios bendice al dador alegre”, el “traer los diezmos al alfolí que será multiplicado”, la fe en la divinidad, la sencillez, la humildad y la falta de ambiciones materiales que caracteriza a la mayoría de nuestros compueblanos.

"I always tell the truth, even when I lie"