Vista del Monumento a los Héroes del 30 de mayo.
Por Werner Darío Féliz
La noche del martes 30 de mayo de 1961, fue ajusticiado Rafael Leónidas Trujillo Molina. En la carretera Sánchez, el dictador fue esperado por un grupo de hombres, quienes, aunque no muy conforme con lo previsto, lograron completar sus objetivos. Allí, Salvador Estrella Sadhalá, Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert Barrera, Antonio de la Maza, Huáscar Tejeda Pimentel, Amado García Guerrero y Roberto Pastoriza, ejecutaron la acción.
Aunque completado aquella noche, el complot para ajusticiar al tirano se venía gestando desde hacía algunos años. Fue una captación paulatina de hombres, necesariamente con ideas afines, la mayoría familias –como los seis hermanos de la maza- a quienes se asignó tareas específicas. El grupo, cuya mayoría de alguna forma mantenía relaciones con el tren administrativo estatal, pudo recibir informaciones privilegiadas a la que otros no podían acceder, tal vez de allí su éxito. Además, recibieron el apoyo, nimio por cierto, del gobierno de los Estados Unidos, quien facilitó algunas armas.
Si bien fueron siete que ejecutaron al tirano, el complot incluía la participación directa de muchos otros. La historiografía generalmente a registrado que los que formaron parte del grupo fueron: Juan Tomas Díaz y su hermano Modesto Díaz, Luis Amiama Tio, Luis Manuel Cáceres Michel, Eduardo Antonio García Vásquez, Miguel Ángel Báez Díaz, Ángel Severo Cabral y los hermanos Bolívar de la Maza Vásquez, Mario de la Maza Vásquez, Ernesto Antonio de la Maza Vásquez y Pablo Antonio de la Maza Vásquez. A ellos se unía la pasiva y silente asistencia de sus esposas, ayudantes y choferes de algunos.
Fue todo un elaborado plan, que por cierto poco se ha analizado, que incluía no solo la muerte del tirano, sino el control de los cuerpos represivos y las fuerzas armadas –lo que sería llevado a cabo por el jefe del ejército José René Román Fernández-, el apresamiento y deportación de los miembros de la familia Trujillo, la difusión radial de proclamas relativas a la caída del dictador y la instauración de un gobierno de transición que llamaría a elecciones en el año siguiente.
Si bien se ha reivindicado a los complotados, declarados héroes nacionales, incluyendo a los ajusticiadores directos y los demás participantes, aquí, en este reconocimiento público es que aparecen los héroes olvidados. Ya Emilio Cordero Michel ha anotado, ponderado y rescatado de ese olvido a Miguel Ángel Bissie y Manuel de Ovín Filpo, el primero vivo y fuerte, ambos de origen español.
Miguel Ángel Bissie, según lo que él mismo ha testimoniado (testimonio publicado en la revista Ecos, año VI, No. 7, 1999, Pp.99-128), fue contactado por su amigo Antonio de la Maza, quien confiando en su habilidad como herrero, le confió la preparación de las escopetas, recortando sus cañones, así como la fabricación de placas de identificación de vehículos falsas, las que se servirían para despistar a los esbirros. Por igual fue a él a quien se le confió el cuidado de las armas que se usarían en el tiranicidio, asignando la encomienda no solo de esconderlas, sino de trasladarlas al sitio de contacto, desde donde partirían a ejecutar la acción.
Manuel de Ovín Filpo, por su parte, según él mismo narra ((testimonio publicado en la revista Ecos, año VI, No. 7, 1999, Pp.129-148) era amigo de Juan Tomás Díaz, y fue él quien, al notar que los cartuchos de plomo que se utilizarían en el tiranicidio se concentraban mucho y tenían poco efecto, propuso que los prepararía utilizando postas, adecuando dos cajas (entregadas por Juan Tomás Díaz), a los cuales agregó más pólvora y seis bolas de rodamientos de acero de 7.65mm; tan potentes resultaron ser, que traspasaban un tanque de acero de 55 galones de lado a lado, más un tablón de un espesor de 2 pulgadas. En adición, a Ovín Filpo, junto a Ángel Severo Cabral le fue asignada la delicada tarea de ubicar un sitio donde recibir 300 fusiles que proporcionaría la CIA (los cuales serían tirados desde un avión) y, además, fue él quien, junto al mismo Cabral, gravó las proclamas que se difundirían por radio tras el ajusticiamiento de Trujillo.
Como es notorio, tanto Bissié como Ovín Filpo tuvieron papeles trascendentales en el complot, con igual alcance que muchos otros. Pero ambos, como expresamos, han sido dejados de lado. Ya Bissié, en 1963, se quejaba del mutis que hacían Luis Amiama Tio y Antonio Imbert Barrera sobre su participación en el complot; y continuó esa falta de reconocimiento al punto que es solo hace unos 12 años que se publicaron sus testimonios y fue a finales de mayo de este año, al celebrarse el 50 aniversario del ajusticiamiento del tirano, que el presidente Leonel Fernández, mediante Decreto 353-11, del jueves 2 de junio de este año, ha reconocido su participación, y le ha otorgado la condecoración de la Orden del Merito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Cruz Placa de Oro, aludiendo que ellos forman parte del grupo de hombres que el 30 de mayo de 1961, puso fin a la más oprobiosa tiranía que gobernó el país por más de 30 años, aunque no los consideró, como los demás, héroes nacionales .
Pero no puede llamar a extrañeza esta falta de reconocimiento, que se extiende a los órganos que aglutinan a los descendientes de los héroes, pues tal parece que entre ellos mismos existen diferencias latentes. De hecho, es muy notorio el monopolio representativo que realiza el presidente de la Fundación 30 de mayo Eduardo Díaz, hijo de Juan Tomás Díaz, frente a los demás descendientes, lo que ha provocado que se cree otra entidad con los mismos objetivos: la Fundación Hermanos de la Maza: mientras la primera no reconoce a Bissie y Ovín como héroes, la segunda sí. Es tan significativa la diferencia, que en la mayoría de los eventos que realiza la Fundación Hermanos de la Maza es notoria la ausencia de Díaz.
Es tiempo ya que el pueblo dominicano rescate de ese olvido cincuentenario a Miguel Ángel Bissie y Manuel de Ovín Filpo y reconozca a todos sus héroes que participaron en el complot para eliminar la dictadura. Ellos deben ser incluidos en los libros, relatos, novelas y anécdotas sobre el complot para ajusticiar a Trujillo.
El presidente Leonel Fernández emitió este jueves tres decretos, con los cuales concedió, a los luchadores antitrujillistas Miguel Bisié y póstumo a Manuel De Ovin Filpo, designa con el nombre de Julio María Moronta Núñez, el hospital de Laguna Salada, en el provincia Valverde y crea el paisaje protegido "Parque Ecológico Riberas del Jaya".
En la disposición 353-11, el Ejecutivo destaca en su único considerando que Bisié y De Ovin Filpo (fallecido), forman parte del grupo de hombres que el 30 de mayo de 1961, puso fin a la más oprobiosa tiranía que gobernó el país por más de 30 años, encabezada por Rafael Leónidas Trujillo Molina, por lo que a ambos le otorga la citada distinción, al segundo como homenaje póstumo.
En la disposición 353-11, el Ejecutivo destaca en su único considerando que Bisié y De Ovin Filpo (fallecido), forman parte del grupo de hombres que el 30 de mayo de 1961, puso fin a la más oprobiosa tiranía que gobernó el país por más de 30 años, encabezada por Rafael Leónidas Trujillo Molina, por lo que a ambos le otorga la citada distinción, al segundo como homenaje póstumo.
"I always tell the truth, even when I lie"
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