Mis reflexiones por Cabral

(Segunda parte)

En la pasada entrega quise hacer en recorrido con aspectos importantes de la vida social de nuestro pueblo: educación, familia y política.  Hoy quiero adentrarme en lo más profundo de las acciones o situaciones que en mi caso, causan mayor disgusto e impotencia.  Repito que mi idea no es criticar por hacerlo, lo que siempre busco es conseguir que las mentes que pueden hacer algo para cambiar, cambien y de esta forma ayudemos a mejorar nuestro pueblo.

EL IRREVOCABLE TINO Y ESPERTIS DEL CABRALEÑO CON EL TRAGO:  una de las tradiciones que, diga quien lo diga, identifica al cabraleño es, sin duda, la jartura de romo que solemos darnos.  Desde muy temprana edad vimos que nuestros padres, hermanos, tíos, abuelos, etc., exhibían su hombría a través del etílico en diversas presentaciones.  Nos mostraron que el beber “está bien” y que para ser hombre hay que beber romo hasta caer del jumo.  La verdad es que, nos hemos convertido en buenos bebedores, pues a falta de otras “distracciones” sanas y por la falta de vocación para hacer carrera deportiva, lo más fácil para socializar o pelear es un traguito de Brugal o triculí. 

El problema con este punto no es hecho de beber en sí, sino cuando nos hace falta el dinero para hacerlo, pues he visto con mucha pena como muchos jóvenes, que quizás pasan días sin comer adecuadamente, se pavonean en el parque central de Cabral con botella en mano o frecuentan uno de los lugares de baile para poder medir su poder al comprar botellas de whiskey. Lo lamentable de este punto es que hemos llevado a nuestros jóvenes a pensar que para que sean aceptados socialmente, deben demostrar que pueden estar dentro de una “sociedad” o “suciedad” que bebe igual a ellos.

No es más hombre el que bebe un litro o dos, o tres, o cuatro; es mas hombre el que sabe que tiene que parar porque debe alimentar a su familia el día siguiente; es más hombre el que no pierde la cabeza y se empodera del alcohol para expresar lo que en juicio no podría, es mas hombre quien se bebe su trago a su posibilidad sin importarle que el vecino se tome una champagne; porque al final lo que importa no es el trago, es compartirlo, disfrutarlo con quien nos plazca.

LA AGONIA DEL PEDILON:  es sabido que poner un pié en el parque de Cabral en cualquier día de semana santa significa agenciarse el favor de cincuenta elementos que te piden, desde un helado, hasta un chivas.  Lamentablemente esta es una actividad que ha existido en nuestro pueblo desde hace ya mucho tiempo y que tiene sus origines en la desafortunada perdida de vergüenza que muchos de nuestros jóvenes exhiben.  No hay nada más desagradable para mi, que ver gente mal nutrida y carentes de toda adecuada presentación física, pedirme un “pote”, lo que deberían pedir es comida, ropa, educación.  Me niego a pensar que estamos incentivando el parasitismo grosero y humillante cada vez que le damos a uno de estos “toletes” un pote de romo, quisiera pensar que le damos cien o doscientos pesos para que preparen una buena comida.

Sin esto, el momento cumbre del “pedilón cabraleño” lo vemos nada más y nada menos que en las cachúas.  Como es posible que cojan de relajo la más pura y profunda tradición de nuestro pueblo para extorsionarte con darte una pela de fuetes si no les das dinero, que bien sabemos, es para poder darse una jartura de romo a expensas del miedo de irte marcado para tu casa.

No es posible que sigamos entendiendo que el pedir es un “derecho” obtenido por nuestros vagos para saciar sus ansias de romo.  Nadie puede pretender que de mi esfuerzo me tenga ver obligado a poner a beber a los “tigueres” porque si no lo hago, entonces me tachan de comparón, prepotente, muerto de hambre y cuantos epítetos se les ocurra.

EL COMPLEJO DEL QUE SE FUE: he vivido fuera de Cabral desde hace ya 20 años, salí con apenas 17 años y entré en la universidad de inmediato. Me gradué a los 21 con la notas que pude, hice un gran esfuerzo y recibí gran apoyo de mis padres.  Esta corta referencia es el denominador común de casi la totalidad de los jóvenes cabraleños que han emigrado a santo domingo y otras latitudes en busca de mejor futuro.  Siempre que íbamos a Cabral pensábamos en la forma que la gente nos miraría, mis pensamientos eran siempre que debían verme triunfante y nunca como un fracasado.  Por eso siempre me percataba en tener buenos “trapos” que exhibieran mis logros en la vida.  Trataba de tomar el trago que distinguiera y sobre todo, buscaba conquistar a la chica más sexy del lugar.

En estos 20 años puedo ver lo equivocado que estaba y mi mayor frustración es que aún persiste en interés por quienes “llegan” de regreso a nuestro pueblo, hijos de esta tierra bella, hacen lo mismo que, inmaduramente hice.  He tratado de entender que quizás esto sea la naturaleza propia de un joven con aspiraciones y ambiciones en la vida.  Pero por qué realmente hacemos esto?, la respuesta no está lejos: lo hacemos simple y llanamente porque necesitamos demostrar lo que no somos.  Nos criaron juntos, jugamos juntos, nos bañamos juntos en las rigolas del pueblo, entonces, la única forma de demostrar que triunfé y que el otro no lo hizo es rompiéndole los ojos a los otros.

Confieso mi vergüenza de tener tales comportamientos.

Ahora tenemos otra vertiente, ahora tenemos viajeros, esos muchachos que también se criaron junto con nosotros y que se han ido a probar mejor suerte en otros países.  Esos que no andan en buenos pasos y que todos sabemos a qué se dedican, esos que también nos avergüenzan por tener tantos lujos y opulencia a costa de la desgracia de otros.  Esos mismos que son endiosados por lo mucho o poco que dejan “caer” a los panas.

Lo peor de todo, es que tanto yo, otros y los viajes también, hemos incentivado a que los jóvenes de Cabral piensen y deseen lo que no pueden tener de forma correcta.  Ahora se suele decir, no importa que venga en “caja de muerto”, lo que importa es que no seré pobre mas; lo que importa es que puedo tener los lujos y opulencias que llenan de felicidad falsa a las familias; lo que importa es que puedo romperle los ojos a todos esos que se creen estudiados, pueden intentar demostrar que lo consiguieron con menos esfuerzo, por la vía “fácil” y que tendrán más adeptos que quienes se jodieron la vida entera por tener lo que tienen..

Me queda una tercera entrega, esta ultima serán mis conclusiones y posturas frente a estos temas.

VICTOR A. FERRERAS
Mail: v.ferreras@grupohylsa.com


"Siempre digo la verdad, incluso cuando hablo mentiras"

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