La flor de la juventud es la etapa de la vida más preciada y a la vez privilegiada que tiene el ser humano. Tanto es así que ningún ser humano ha querido ver agotar este bello proceso de la vida.
El sabio rey Salomón, escritor bíblico, calificó la etapa de la juventud como vanidad y a la vez transitoria, pero también aconsejó que hay que gozarla a plenitud. De ahí la idea de que muchos jóvenes usen esta etapa para hacer lo que le parezca, convenga, guste y le entretenga.
Recuerdo que en una ocasión escuche a un señor, muy respetado en el pueblo, decir: “Oh juventud divino tesoro, te vas para no volver”, indicando con estas palabras que solo la vemos una vez en la vida. Años mas tarde escuche a otro señor, este educador y religioso, instruir: “a los jóvenes hay que protegerlos y cuidarlos son la parte vulnerable de la familia y fácilmente caen en trampas satánicas”. En esta etapa los jóvenes inventan de todo sea esta buena o mala idea, conveniente o no.
Una prueba de lo difícil que es esta etapa es que, en ella los jóvenes reciben con frecuencia fuertes impulsos sexuales los cuales muchas veces se hacen difíciles de controlar e inventan saciar las ganas refugiándose en vivir con animales, miriliar (brechar) y en la masturbación, siendo esta ultima, la practica favorita y predilecta para los jóvenes, por la teoría común, popularizada desde hace años trascendiendo barreras regionales, fronterizas y mundiales de que, “el que mas veces la practique es el que mas grande lo tendrá” y por eso muchos jóvenes del municipio han asumido la teoría como suya y acuden a ella como forma de prolongarle el tamaño a su miembro viril.
Esta práctica es precisamente la que da origen a esta historia que a continuación esbozo para ustedes.
Resulta y viene a ser que un día un joven cabraleño entra de manera apresurada al único baño con que cuenta la vivienda familiar, dizque con una fuerte necesidad, casi insoportable.
Su progenitora observa que por espacio de 2 horas su vástago no ha solucionado su necesidad, entendiendo ella que era fisiológica, y de manera sorpresiva y preocupada viola las cerraduras del baño y logra abrirlo y lo sorprende en pleno apogeo de éxtasis y en una inusual jaladora de su pene. Su madre al ver la acción le pregunta: ¿mi hijo y que tu estas haciendo? y él, muy airado por la interrupción de su acostumbrada practica, le responde de manera tajante: “Ooohhh Sara ooohhh, y uno no se puede lavar su cosa a la velocidad que uno quiera?, ESTO ES COSA DE JÓVENES!!!”.
"Siempre digo la verdad, incluso cuando hablo mentiras"
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